La tendencia natural a sentir y a reaccionar
en una dirección determinada, está estrechamente relacionada con la
constitución física. Cada estructura biológica tiende hacia un estilo
preferente de acción y de reacción –por ejemplo, el aparato locomotor hacia el
movimiento y el esfuerzo, el sistema nervioso hacia la sensibilidad y la
habilidad, etc.–. Al conjunto de estas tendencias activas y reactivas que son
consecuencia de una determinada contextura del cuerpo, se le denomina
temperamento.
No hay que confundir estos rasgos psicológicos
con lo que es el carácter. El temperamento es la vertiente psicológica de la
constitución física y viene a ser también el armazón o elemento primario del
carácter. Carácter es el modo peculiar de ser de cada persona y gracias al cual
se distingue de todas las demás. Es la resultante del temperamento, del
ambiente, de la educación, de las experiencias vividas, de la madurez interior,
etcétera. Temperamento es la conducta en lo que depende de la constitución.
Está enraizado en lo biológico y por lo tanto no puede cambiar, a no ser que
cambie también el funcionamiento del cuerpo. El carácter, en cambio, por ser la
resultante de todos los factores que actúan con fuerza sobre nuestro psiquismo,
está cambiando constantemente, siempre está en evolución.