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sábado, 30 de agosto de 2008

Cómo interrumpir los procesos mentales negativos?


¿CÓMO INTERRUMPIR LOS PROCESOS MENTALES NEGATIVOS?
(Ejercicio mental para levantar el ánimo)
por©Stephen L Bernhardt-1998-2007Have-a-heart's Home
Nota importante:
En los Estados Unidos de América se dan más de 17 millones de casos de depresión al año. De entre ellos, menos de un 30% llega a buscar ayuda.En los Estados Unidos vienen a suicidarse más de 30.000 personas al año. De entre ellos, una gran mayoría no acudió a ver a un médico.En este artículo nos proponemos que los millones de deprimidos que aún no han buscado ayuda sepan que NO ESTÁN SOLOS. Hay mucha gente dispuesta a hacerles caso y ayudarles.Con esto queremos decir que no es imposible buscar ayuda en la depresión, pero atención: hay que evitar el autodiagnóstico. El ejercicio que aquí proponemos no puede en ningún caso sustituir a una buena terapia.El uso indebido de la Interrupción del Proceso Mental Negativo puede resultar perjudicial; pero aún lo es más la depresión que no recibe tratamiento. Infórmese, acuda a algún centro donde le puedan brindar apoyo, solicite la ayuda de un médico, un psicólogo o incluso un sacerdote.
E-mailMensajes de correo electrónico que he recibido con referencia a la Interrupción de los Procesos Mentales Negativos. [E-mail I have received on emotional thought stopping].
por Stephen L. Bernhardt
En este artículo se describe un ejercicio mental para levantar el ánimo. Todo él está basado en las teorías expuestas en "The relationship of the conscious and the subconscious mind" ["Las relaciones de la mente consciente e inconsciente"]. Este ejercicio no debe considerarse como una terapia de la depresión, dado que las terapias son procedimientos mucho más completos que, entre otras cosas, deben incluir: una exacta identificación del tipo de depresión, un programa de actuación basado en dicho diagnóstico y, finalmente, una serie de directrices acerca de los cambios necesarios para llevar una vida más normal, sin depresiones, después de la terapia.
La Interrupción del Proceso Mental Negativo despliega su mayor efectividad en aquellas personas que sufren una depresión severa con serias ideas de suicidio. La eficacia del procedimiento depende de que se ponga el máximo interés en su ejecución y de que no se introduzcan cambios en lo que aquí se describe. ¿Por qué advertimos esto? Muy sencillo, porque el enfermo monopolar suele poner muchos "peros" al proceso ("Bueno, bien, lo voy a hacer, pero..."), y pasa por alto muchos de los conceptos presentados, de manera que lo poco que queda no sirve de nada. Por eso decimos que "no llega". El maníaco-depresivo, por su parte, tiende a "pasarse de la raya": a añadir cosas ajenas al procedimiento en alguno de los pasos y, en definitiva, a exagerarlo todo hasta tal punto que llega a ser contraproducente.
En suma: hay que ceñirse al programa tal como es y tener muy en cuenta las advertencias antedichas.
Otra advertencia: no hay ninguna posibilidad de fracaso en este ejercicio; es imposible que salga mal. Si alguien lo intenta de buena fe, tomándose en serio las ideas presentadas y, después de todo, comprueba que sigue con el ánimo tan alicaído como antes, no por eso se puede decir que haya fracasado o que tenga que desesperarse: sencillamente ha dado un paso más en la búsqueda del remedio de su depresión, o por lo menos, de un alivio que le haga la vida algo más llevadera.
No se puede hablar de fracaso cuando el deprimido, después de realizar este ejercicio, se da cuenta de que necesita un tratamiento terapéutico y, más adelante, con la ayuda médica necesaria, se convence de que determinados medicamentos, por sí solos o en combinación con una terapia intensiva, le pueden resultar beneficiosos.
La Interrupción del Proceso Mental Negativo es muy simple (casi podríamos decir que es una verdadera simpleza), cualquier persona puede ponerla en práctica sin mayores problemas. La idea no es nueva, de hecho sus raíces se remontan al admirable pensamiento de la Antigua Grecia; tampoco resultará extraña a quienes estén familiarizados con la Biblia. Además, sus principios se aplican en ciertas terapias modernas. En el modelo que aquí presentamos se han introducido una serie de cambios fundamentales que afectan, por un lado, a los principios lógicos sobre los que se sustenta y, por otro, a la propia técnica o forma de aplicación.
¿QUÉ OBJETIVOS PERSEGUIMOS?
1. No vamos a intentar resolver de un plumazo los problemas de nuestra vida, ni los que son producto de la depresión o la manía. Al menos por esta vez. Lo que sí vamos a intentar es protegernos, durante un breve período de tiempo, de las emociones negativas resultantes de dichos problemas.
2. Vamos a recuperar el control sobre nuestras emociones.
3. Vamos a protegernos de la desesperación y de las ideas de desolación en relación con el futuro.
4. Vamos a disminuir y debilitar de forma sustancial las ideas de suicidio.
¿CÓMO FUNCIONA LA INTERRUPCIÓN DEL PROCESO MENTAL NEGATIVO?
El objetivo de nuestro ataque son los pensamientos que el subconsciente envía a la mente consciente, debido a la gran intensidad de las emociones negativas asociadas a problemas pendientes de resolución. Con esta técnica se estrangula, en cuanto aparece, el pensamiento automático generado por el subconsciente.
Los pensamientos e ideas de suicidio, rabia, desesperación, degradación propia, los traumas emocionales del pasado, las imágenes de un futuro negro... todo ello se aniquila y suprime en el momento de su aparición en la mente consciente. ¿Por qué? Pues porque la persona que, en estado depresivo, permite la entrada de semejantes pensamientos en la mente consciente, irremediablemente los reforzará e intensificará. Y el intelecto no podrá hacer nada por evitarlo. Si llevamos un tiempo intentando librarnos de las emociones negativas, siempre de manera infructuosa, no cabe la menor duda de que con cada fracaso la emoción negativa habrá salido reforzada y, el subconsciente, dispuesto a seguir enviándola como si tal cosa.
Debemos recalcar que, con este ejercicio, no nos proponemos resolver los problemas de nuestra vida, ni los que son producto de la depresión; de hecho, no permitimos que ningún pensamiento relacionado con dichos problemas llegue a permanecer un solo instante en la mente consciente. Lo primero que debemos expulsar enérgicamente del consciente -en el mismo instante de su aparición- es cualquier idea o pensamiento que tenga que ver con el suicidio. Pero, ¿cómo se puede hacer esto? Muy sencillo: los pensamientos negativos que se me ocurren a mí los devuelvo al subconsciente -en el mismo instante de su aparición- con un firme grito interior: ¡FUERA! De hecho, con el paso del tiempo, he llegado a sustituir la palabra "fuera" por una especie de gruñido salvaje, igualmente amedrentador. Entonces dejo la mente en blanco. Si el pensamiento negativo reaparece, lo vuelvo a expulsar más enérgicamente aún. La palabra "fuera" ha de resonar con una intensidad tal, que ponga de punta los pelos de la nuca, y te haga sentir un escalofrío en la columna vertebral. Lanza esa idea de suicidio al subconsciente; y, como si de una venganza se tratara, intenta arrojarla con una intensidad equiparable o mayor que la emoción negativa que te hizo sentir en el pasado. Di en tu interior, "¡FUERA!" ¡GRÍTALO SI HACE FALTA!
"¡FUERA!" "¡Yo no me merezco esto!"
"¡FUERA!" "¡Quie-ro-con-tro-lar-me!"
"¡FUERA, FUERA Y FUERA!"
Descarga en tu orden toda la energía de tu rabia. Dirige toda la fuerza de tu desesperación contra la misma depresión de la que nació.
"¡FUERA!" "¡QUIERO VIVIIIR!"
A continuación, o quizás a la vez, empiezan a detenerse en su carrera los pensamientos relacionados con los problemas de la vida o los que ha generado la depresión.
"¡Merezco la muerte!" "¡FUERA!"
"¡Nunca encontraré trabajo!" "¡FUERA!"
"Si al menos hubiera..." "¡FUERA!"
"Ese hijo de puta que..." "¡FUERA!"
"Lo que a mí me ha deprimido es..." "¡FUERA!"
"Nunca superaré este dolor" "¡FUERA!"
"Pero es que..." "¡FUERA!"
Hay que seguir así por lo menos durante un día completo. Desde el primer despertar hasta el sueño de la noche siguiente se ha evitado el refuerzo de todo pensamiento negativo, ¡ni uno solo ha sobrevivido más de un instante! El momento clave será justo antes de caer dormido esa primera noche. Los resultados de este ejercicio empiezan a notarse durante la fase "REM" ( "rapid eye movement" o fase de movimiento ocular rápido) del sueño. Hemos evitado reforzar todo pensamiento negativo durante 24 horas seguidas; quizás por primera vez desde hace años. El "trabajo", por así decirlo, que realiza el cerebro después de este primer día es fundamental para el buen éxito de este ejercicio mental para levantar el ánimo.
El esforzarse por resolver los problemas es, qué duda cabe, muy positivo; sin embargo, el intentar resolver los problemas en estado de depresión no hace sino multiplicarlos. A mí me ha ocurrido ponerme a pensar en la solución de un problema y, al encontrarla, imaginarme su puesta en práctica y los beneficios que me reportaría. A continuación se me van ocurriendo los motivos por los que es bastante improbable que llegue a funcionar... para terminar más deprimido que al principio. Y todo esto sin necesidad de salir de mi cuarto. Es decir, en cuanto creamos tener una buena idea y pensemos que sería positivo darle vueltas y solucionar algún problema, en ese mismo momento debemos retenernos -y más aún si nos encontramos en una fase maníaca. Durante un par de días vamos a trabajar en el campo de las emociones, no en el de los problemas.
¿Qué ocurre cuando se han empleado técnicas similares con anterioridad y los resultados han sido de naturaleza variable, más o menos positivos? Puede ser que, en intentos anteriores, el escaso entusiasmo con que se acometieron y el carácter intermitente de su aplicación dieran lugar a resultados muy limitados. Si, por ejemplo, encontramos algún procedimiento mental efectivo en un libro de autoayuda o, quizás, en una sesión de terapia, puede que, durante un breve período, nos encontremos mejor; pero la depresión, por su propia naturaleza expansiva, pronto ahoga cualquier sentimiento de bienestar y nos vuelve a empujar al punto de partida. Con una o dos horas de terapia por semana, aun cuando se completen con ejercicios en casa, queda muchísimo tiempo libre para que vuelvan a atormentarnos los pensamientos negativos y las ideas de suicidio.
EL PENSAMIENTO POSITIVO
Con mucha frecuencia se ha pretendido que la autoafirmación positiva sirva de complemento a ejercicios de modificación del estado de ánimo. Sin embargo, en estado depresivo, la autoafirmación resulta contraproducente, y se reduce a un mero intento de engañar al subconsciente. La autoafirmación positiva es un intento de meter como sea, a empujones si hace falta, pensamientos positivos en el subconsciente. Ni que decir tiene que el subconsciente no responderá jamás a semejantes intentos. Basta con pensar en la rabia y la desesperación que siente cualquier deprimido cuando le dicen eso de que intente "ver el lado bueno de las cosas", o lo de que "Dios aprieta pero no ahoga" etc. Recuerdo una vez que, encontrándome muy mal, estaba haciendo a toda prisa las últimas compras de Navidad (y ya debía ser el 26 de Diciembre), pasé al lado de una librería con muchos anuncios de un libro titulado "If Life is a Bowl of Cherries, Why Am I Always in the Pits" ["Si la vida es como un cesto de cerezas, por qué siempre me tocan los huesos"], de la autora Erma Bombeck. Ese título desencadenó una reacción de furia en mi mente, sentí que me iba a explotar la cabeza; ¿cómo que la vida es un cesto de cerezas? ¿un cesto de cerezas?!!! - ¡LA VIDA ES UN CESTO DE M..., ESO ES LO QUE ES!
Eso es lo que dije y repetí una y otra, y otra, y otra vez. Si uno cree estar metido hasta el cuello en un montón de materia fecal, ¡a qué viene nadie a hablarle del perfume de las rosas!
¡UN PENSAMIENTO NEGATIVO NO PUEDE SER ANULADO POR UN PENSAMIENTO POSITIVO! ¿Por qué? Veamos: el cuerpo tiene receptores sensoriales capaces de captar la sensaciones de calor, frío, presión... y dolor. La sensación de un dolor intenso, por exigencias naturales de supervivencia, pasa por encima de cualquier otra. Imaginemos esta situación: una persona está tranquilamente haciendo el amor con su pareja en la intimidad de su propia habitación, de repente, sin saber cómo ni por qué, un tigre le agarra por el trasero... ¿qué placer puede sentir? De igual manera actúa un dolor intenso, o la anticipación de un dolor intenso (el miedo), pasando por encima de cualquier otra sensación y bloqueando todo pensamiento positivo mientras dura.
Todo deprimido sueña con poder sentir de nuevo el efecto de las endorfinas, sustancias de las que dependen sensaciones de alegría, amor, placer, satisfacción... y con la vuelta de las ilusiones. Y lo cierto es que ninguna de estas cosas ha desaparecido: siguen potencialmente activas en nuestro interior, sencillamente no sabemos cómo ponerlas en marcha. Pero después de uno o dos días de supresión sistemática de todo pensamiento negativo, utilizando el procedimiento antes descrito, es posible que el subconsciente envíe algún pensamiento positivo a la mente consciente. Puede ser algo así como "Pues igual merece la pena seguir haciendo este ejercicio...", o, por ejemplo "Quizás mañana me encuentre un poco mejor". Estos sí que son pensamientos positivos generados desde el interior. Estos son los pensamientos a los que uno debe aferrarse y reforzar a toda costa. ¡Adelante con ellos! En suma: no hay que meter el pensamiento positivo a empujones en el subconsciente, como antes decíamos, sino que debe surgir espontáneamente como respuesta al ejercicio antes descrito.
Pero ¡Atención! Aquí se corre un grave peligro. Cuando empiezan a llegar los primeros mensajes positivos, podemos sentir cierta satisfacción; pero este pequeño rayo de esperanza será muy pronto ahogado por los consabidos pensamientos del tipo "sí, pero...", en los que si bien se reconoce que ha habido algo bueno y positivo, no por ello deja de ser muy poco, muy tarde y totalmente insignificante al lado de los tremendos problemas que nos amargan la vida. Si permitimos que ocurra esto, pronto se apagará nuestro rayito de esperanza ante la imponente fuerza de todo lo negativo y malo que hay en nuestra vida. Sin duda alguna, se apagará.
EL FUTURO. HAY QUE CENTRARSE EN LO INMEDIATO.
Durante el breve período de aplicación de este ejercicio, el futuro debe reducirse a los dos días siguientes. Las ideas de suicidio ya las hemos eliminado, con lo que hemos conseguido no reforzar el impulso suicida. Eliminemos también todo pensamiento referente al futuro. No se trata de autoconvencernos de que no existe, ni mucho menos. Tampoco se trata de engañar al subconsciente acerca de lo negras que resultan las expectativas de futuro. Se trata, simplemente, de evitar que las emociones negativas asociadas con el futuro salgan reforzadas. El futuro no debe ir más allá de la ducha caliente o del relajante baño de dentro de un ratito. Y una vez dentro de la bañera, o en la sauna... la mente sólo se ocupa de lo inminente, nada más; y el futuro consiste únicamente en esa sensación agradable que se siente después de un baño reconfortante en el que, además, no ha habido emociones negativas. Así debemos actuar durante un par de días, pensando en ese plato especial que haremos para la comida, o en ese libro que nos apetece leer... O, según los casos, en hacer algo de ejercicio.
No pretendo hacer creer al lector que sé lo que es vivir en la más completa soledad, o estar a punto de morir, o preso en una cárcel... lo que sí puedo decir es que he llegado a estar muy cerca del suicidio, tan alicaído que el mayor esfuerzo que realizaba durante semanas enteras era oír el ruido de mis tripas. Ya sé que muchos estarán cansados de oír aquello de que "cada día tiene su afán". Por supuesto, para los que creen en Dios y en la vida eterna, el futuro se presenta más esperanzador; pero el dolor que padecemos en la Tierra -sea físico o mental-, puede hacernos olvidarlo todo, incluso la felicidad eterna en el Cielo. Hay muchos males inevitables que no podemos cambiar, pero sí podemos cambiar la respuesta emocional que demos a lo que nos está pasando ahora o nos llegue a ocurrir en el futuro. La Interrupción del Proceso Mental Negativo puede ayudarnos precisamente a eso: a que "cada día tenga su afán"... de mejorar las cosas.
El objetivo de este ejercicio es alcanzar -junto con una cierta sensación de orgullo y alivio- la idea de que el futuro no es tan negro como parece, y que es posible que alguna vez algo vaya bien.
EL PASADO... ¿QUÉ PASADO?
Lo mejor que se puede hacer con el pasado es seguir estas indicaciones: 1) Borrarse las huellas dactilares con papel de lija, 2) hacerse la cirugía estética, 3) quemar el currículum vitae... ¿Quizás demasiado drástico? En ese caso se puede seguir otro plan: hacer con las cosas del pasado lo mismo que se hizo con el futuro. Es cierto, el pasado está ahí y nada puede cambiarlo, pero durante dos días no vamos a permitir que ningún recuerdo negativo del pasado llegue a la mente consciente. Es posible que esto requiera tanta energía como la que necesitamos para deshacernos de los pensamientos suicidas... pero ¡merece la pena! Durante dos días vamos a vivir en el presente, aquí y ahora, sin que nos agobie un futuro incierto ni nos atormenten los recuerdos del pasado. Vamos a negarnos a reforzar las emociones negativas, vamos a darnos un respiro porque, la verdad, ya nos lo íbamos mereciendo.
LA RABIA Y LA DESESPERACIÓN
Pero ¿de dónde saco yo las fuerzas? Ya no me quedan; la rabia y la desesperación que siento me han dejado exhausto -tanto en lo físico como en lo emocional. Empecemos con la rabia. Si hacemos caso a la sabiduría popular, es mejor desahogarse cuando se está enfadado, no vaya a ser que vayamos acumulando rabia en el interior hasta que un buen día explotemos. Desde luego las dos alternativas son malas, con las dos se refuerza la emoción negativa de manera que, si vuelve a aparecer el estímulo desencadenante, sin duda responderemos con igual o mayor rabia. Me gustaría apuntar una tercera posibilidad de respuesta para cuando se nos dispara la rabia. Estoy absolutamente convencido de que es posible trasladar la fuerza de la rabia contra un objetivo distinto del agente que la provocó. Es más, creo que la respuesta al sentimiento de rabia puede tomar una forma que no sea necesariamente más rabia. Pongamos un ejemplo. Imaginemos que voy conduciendo por la carretera a una velocidad más o menos aceptable de unos diez o doce km./h. por encima del límite permitido. Entonces aparece en el retrovisor un coche a toda velocidad que me adelanta como una exhalación. Lo va conduciendo una señora que, nada más adelantarme, pisa el freno obligándome a mí también a una brusca frenada, con volantazo incluido, para no empotrarme en su coche. Me enfado, me pongo como una furia, y hago algo que (por supuesto) nunca había hecho antes: la adelanto y le hago un conocido gesto obsceno con el dedo. Y en cuanto paso la vista de mi dedo a la cara de esa boba, vieja bruja en su Volkswagen, me doy cuenta con horror de que es ¡mi propia abuelita! En menos de un instante todo el cabreo que llevaba encima se transforma en vergüenza y, atónito, no puedo quitar el obsceno dedo de donde lo tengo. Y mientras los dos nos echamos al arcén de la carretera, con una preocupación lógica, pienso cosas como "¡Dios mío, hay que sacar a esta loca de la carretera antes de que mate a alguien, o se mate ella sola!" Toda la energía de mi rabia, dirigida contra un conductor anónimo, se transforma en cuestión de instantes en un sentimiento de vergüenza, dirigido esta vez contra mí mismo; y el deseo de un auténtico asesinato perpetrado en mi imaginación se transforma en la necesidad de resolver un problema que me afecta emocionalmente.
¡Hay que aprender a utilizar la energía que nace de la desesperación! La desesperación no es más que rabia que, con el tiempo, hemos asimilado o interiorizado.
Por otra parte, la desesperación nos chupa todas las energías, al igual que la rabia. No hay más que ver cómo los episodios de desesperación absoluta, por la mucha energía que consumen, nos dejan totalmente exhaustos y desmoralizados. ¿Es posible utilizar la energía de la rabia, de la desesperación, e incluso la energía de la manía, para exorcizar al diablo de la depresión? ¡Sí, se puede! Basta ya de dirigir la energía de la rabia y la desesperación contra nosotros mismos o contra los que nos rodean, basta ya de enfadarse e irritarse por culpa de la depresión. Hay que dirigir la rabia contra la mismísima depresión de la que brota. ¡Cabréate con tu depresión! Usa toda la energía de la desesperación para decidirte de una vez a que las cosas vayan bien, ¡HAZTE CON EL CONTROL DE LA SITUACIÓN! Haz que ese fugaz instante de genio maníaco colabore con el intelecto en la derrota del cruel enemigo interno. Sin olvidar, en todo momento, la Interrupción del Proceso Mental Negativo como protección frente a las emociones negativas y como instrumento para dominar la manía y, aún más importante, para que ésta no nos lleve a perder el sentido de la realidad.
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
El primer paso consiste en seleccionar un breve período, dos días, en los que no debe haber ninguna distracción que desvíe la atención de lo que nos ocupa. Durante dos días debe haber una dedicación exclusiva, una completa inmersión en este ejercicio. Vendría bien un fin de semana tranquilo, que uno pueda dedicar a pasárselo bien, darse buenos baños de agua caliente y, si se tiene acceso a una sauna, mejor que mejor. Si nada lo impide, sería bueno hacer algo de ejercicio, entretenerse, leer un buen libro de autoayuda, navegar por Internet, meditar... lo que sea. En cualquier caso el trabajo está terminantemente prohibido, al igual que cualquier cosa relacionada con problemas que tengamos: ni formularios de impuestos ni nada similar. Además de esto, es muy importante no hacer cambios ni introducir novedades de ningún tipo: nada de intentar vencer una adicción o dejar una mala costumbre durante estos dos días. Si no lo hiciéramos así, apartaríamos la atención de lo que realmente nos interesa; pero es que además, si tales intentos no salen bien, nuestro ejercicio se vería seriamente afectado. Lo dicho hasta ahora es lo principal; pero también es aconsejable releer este artículo varias veces, elaborar una serie de listas como se describe más abajo, y posiblemente enviar cartas a amigos y parientes.
En segundo lugar, debes escribir una lista de todas las cosas que te van mal en la vida; en ella se deben incluir: todo tipo de problemas pendientes de resolución (bien del pasado, del presente, o bien los que aparecerán con el futuro); los síntomas de la depresión y, por último, los problemas que han aparecido a raíz de la depresión.
Esto nos servirá para prepararnos y para que vayamos centrándonos en nuestro ejercicio. Será asimismo un buen momento para empezar, de manera sistemática, la Interrupción del Proceso Mental Negativo. Efectivamente, a medida que se van añadiendo elementos a la lista, se tendrá que eliminar de la mente consciente cualquier emoción negativa derivada de lo que escribimos. El objetivo final es, con el tiempo, poder permitir el paso de problemas a la mente consciente, pero ahora sin emociones negativas asociadas. Sólo entonces podremos dedicarnos a atacarlos desde una posición de fuerza y no desde la debilidad consustancial al estado depresivo. Pero esto no debe preocuparnos por ahora.
A continuación, vamos a proponer algún ejercicio más para mantener la mente ocupada durante estos dos días. Ejercicios que, por otra parte, pueden ser utilísimos con vistas a llevar una vida más ordenada, mejor organizada, después de este período de dos días. Lo de "dejarlo todo para mañana" es una actitud bastante corriente que, en caso de depresión, puede ser fuente de mayores males y tormentos mentales. En efecto, para un deprimido no hay nada más apremiante que su dolor, producido por causas que no puede controlar y situaciones que no puede resolver. Por ejemplo: las ideas de suicidio, la falta de trabajo, unas relaciones interpersonales conflictivas, la muerte de un ser querido... etc. Ante un panorama tan horrendo ¿cómo vamos a dedicarnos a resolver los aspectos más prosaicos y mundanos de la vida? Si no puedo poner fin a mis penas, ¿qué me importa todo lo demás? La idea que aquí se presenta es muy simple: hay que cambiar de perspectiva. Hay que invertir las prioridades y la importancia que otorgamos a las actividades de las que se ocupa la mente consciente. ¡Vamos a hacer otra lista! El punto de partida será la que se elaboró anteriormente, con todos los problemas que nos amargan la existencia, así como los surgidos a raíz de la depresión. Esta lista la vamos a escribir de nuevo pero esta vez colocando los elementos en orden de importancia decreciente según el dolor o pena con que los asociemos. El primer elemento será aquél que más nos haga sufrir o angustiarnos; a éste le irán siguiendo todos los demás. A continuación vamos a añadir todo aquello que la depresión nos ha arrebatado: escuchar música, "hobbies" o aficiones, pasar un rato con los amigos, la lectura, juegos, deportes... etc. (actividades agradables o relajantes que ya no podemos realizar por falta de energías). Por último se anotarán otras actividades que, aunque más o menos seguimos realizando, las hacemos mal o a desgana; por ejemplo la limpieza de la casa, los asuntos económicos, el arreglo e higiene personal... etc. El último elemento de la lista será éste: "Darme un buen baño caliente". Ya está terminada la lista. ¿Qué más hay que hacer? Muy sencillo: darle la vuelta, volver a escribirla pero comenzando por el baño caliente y terminando con el problema más angustioso que tengamos. Así conseguimos un nuevo orden de prioridades. La cabeza de la lista indica qué es lo más urgente, qué cosas deben preocuparnos y hacerse sin dilación. Mientras que ayer no había más que problemas y angustia, hoy, por el contrario, lo más urgente y prioritario es un baño caliente y quizás un corte de uñas. Bueno, y si no tienes bañera en casa tampoco te angusties, vale con una ducha.
LAS RELACIONES CON LOS DEMÁS
Durante este par de días que nos hemos concedido, no es aconsejable ponerse a pintar la casa por dentro y por fuera ni cosas así. Hay que limitarse a tareas y objetivos sencillos. La lista de prioridades boca abajo -lista que nos permite dejar muchos problemas complicados para otro día- puede muy bien servir para planificar y llevar a cabo actividades sencillas y agradables, por lo menos de momento, y para sentir la satisfacción de haberlas realizado bien. Cuando se recuperen las fuerzas perdidas, entonces ya veremos qué hacer con los asuntos más complicados que hoy nos resulta tan fácil dejar para otro día... Más arriba dijimos algo acerca de escribir cartas a familiares y amigos. También es muy recomendable escribir cartas a los adversarios o enemigos. Es éste un ejercicio muy útil para discernir qué cosas no fueron bien en la relación con esas personas y, sobretodo, para averiguar hasta qué punto fue responsable cada parte. Porque, por más que nos esforcemos en echar a otros la culpa cuando las cosas van mal, sólo podemos controlar las acciones y emociones propias, no las de los demás. Naturalmente puede tratarse de una relación inviable, con violencia de por medio, y que sólo se puede controlar rompiéndola. La Interrupción del Proceso Mental Negativo será, a lo mejor, la que nos dé las fuerzas necesarias para dar un paso así. Las cartas deben parecer reales: explica qué te pasa y por qué estás deprimido, di qué piensas hacer para cambiar las cosas, qué deberías haber hecho para que las cosas hubieran salido mejor. No se trata de echar la culpa a los demás; ni de echársela uno encima a sí mismo. Las cartas, una vez escritas, se guardarán aparte. Esto tan sólo ha sido un ejercicio para averiguar por qué han ido mal las cosas y qué podría haberse hecho para evitarlo. No es necesario enviarlas de verdad a su destinatario; pero si se hace, debemos asegurarnos de que su contenido no estropeará aún más las cosas. Es mejor dejarlas reposar una temporada antes de enviarlas, por si acaso.
¡ADVERTENCIA IMPORTANTE!
Es absolutamente fundamental distinguir entre los conceptos presentados en este artículo y el acto de la represión (consistente en ahogar los problemas o huir de ellos). La Interrupción del Proceso Mental Negativo impide que la emoción negativa permanezca en la mente consciente, impidiendo así que salga reforzada; la represión, por su parte, permite que la emoción negativa se haga con el control de la mente consciente para, a continuación, echarla a un rincón apartado, como si intentáramos escondernos de ella. Esto es parecido a estar enfadado y quedarse con toda la rabia adentro (permitir la aparición de una emoción sin actuar en consecuencia). La represión de respuestas emocionales hace que, cuando la emoción retorne a la superficie, lo haga con igual o mayor virulencia. Por si fuera poco, la represión es asimismo causa de enfermedades psicosomáticas, dado que la química orgánica asociada con una emoción permanece en el cuerpo aunque no se haya actuado según sus exigencias.
Hay que hacer otra advertencia más: es peligroso hacer un uso abusivo de la Interrupción del Proceso Mental Negativo. Es posible que, después de haber levantado el ánimo gracias a este ejercicio, se continúe aplicándolo para huir de los problemas. Mas no por ello los problemas dejarán de estar ahí, empeorando por nuestra negligencia, hasta que un buen día se desborden y la Interrupción del Proceso Mental Negativo no baste para protegernos. La Interrupción del Proceso Mental Negativo puede aplicarse una vez vencida la depresión; pero sólo para conseguir fuerzas y energías con que afrontar los problemas, no para huir de ellos.
Yo, por mi parte, ya voy necesitando un descanso. Me ha llevado catorce años el escribir esta serie de textos, catorce años de dolor. Empecé con este proyecto para ver si podía entender lo que me estaba ocurriendo. Ahora lo estoy acabando para que lo leas tú, quienquiera que seas. A estas alturas ya te habrás percatado de que conozco y comparto tu dolor. Y así debo admitirlo. De momento no puedo hacer sino tenderte la mano y ayudarte a llorar tu pena...
Seguro que el próximo llanto será de alivio y alegría, la alegría de ver un resquicio de luz al final del túnel y pensar que mañana... quizás sea un poquito mejor que hoy.
¿PROBLEMAS?
Cierto, puede haber problemas, primero se te indica que borres de la mente los problemas pasados, presentes y futuros; para acto seguido dar media vuelta y decir que no, que lo que tienes que hacer es una serie de ejercicios que saquen a la luz todas las emociones negativas... la verdad, no parece razonable. Si es esto lo que te preocupa puedes hacer las listas un poco antes de los dos días antes referidos. Si, durante el fin de semana elegido, la cosas no van como se había planeado, se puede intentar realizar actividades de tipo físico o de menor esfuerzo mental. Hacer ejercicio, darse un baño, leer, escuchar música... la tele hay que verla lo menos posible. Si tampoco así van bien las cosas puedes concentrarte en una única actividad: ¡eliminar toda idea de suicidio! Hacer sólamente esto, durante veinticuatro horas, puede proporcionar las suficientes fuerzas como para intentar realizar el resto del ejercicio más adelante.
Los primeros efectos beneficiosos de este ejercicio se empiezan a sentir después de estar veinticuatro sin reforzar ningún pensamiento negativo procedente del subconsciente. Si así no ocurre, o si resulta imposible dominar los pensamientos negativos, o si, por cualquier razón, este ejercicio no resulta una experiencia positiva, entonces es mejor dejarlo inmediatamente. Sencillamente ocurre que, por el momento, aún no tenemos suficientes fuerzas como para acometer a solas una empresa así. Por último, no parece aconsejable utilizar este método con tan sólo la ayuda de un amigo... a no ser que el amigo lo haya realizado con resultados muy alentadores; si no es así será mejor buscar la ayuda y el consejo de algún orientador o psicoterapeuta.
CONCLUSIÓN
1. Antes de comenzar a aplicar la Interrupción del Proceso Mental Negativo (ejercicio para levantar el ánimo) es conveniente leer "Los pensamientos suicidas: qué son y cómo luchar contra ellos" ["Understanding Suicidal Thoughts"], del mismo autor.
2. Los principios de la Interrupción del Proceso Mental Negativo se pueden aplicar en la vida cotidiana. Sin embargo, en caso de depresión con ideas suicidas asociadas, lo mejor es dedicarse exclusivamente durante dos días a empezar el ejercicio sin molestias ni preocupaciones.
3. Si durante estos dos días permitimos que permanezcan en la mente consciente los problemas que nos amargan la vida, así como los surgidos a raíz de la depresión, pensamientos de desesperación con relación al futuro o recuerdos dolorosos, el ejercicio resultará contraproducente y las emociones negativas quedarán reforzadas.
4. Para ahogar los pensamientos negativos que de manera automática envía el subconsciente, nos valdremos de un firme grito interior: ¡FUERA! o un "gruñido" salvaje igualmente amedrentador. Esto se debe hacer durante un período de veinticuatro horas seguidas, para que así el cerebro continúe durante el sueño el trabajo iniciado.
5. Se debe suspender la resolución de los problemas pendientes hasta que podamos atacarlos desde una posición de fuerza y no desde la debilidad propia del estado depresivo.
6. No se debe forzar la entrada de pensamientos positivos y de autoafirmación en el subconsciente. La combinación entre la Interrupción del Proceso Mental Negativo y la realización satisfactoria de tareas sencillas debe bastar para que el subconsciente empiece a enviar, sin necesidad de forzarlo, emociones y pensamientos positivos. Podremos disfrutar de estos pensamientos positivos mientras el subconsciente no vuelva a producir pensamientos negativos.
7. Hay que aprovechar la energía de la rabia y la desesperación, así como la energía que surge en el estado maníaco, para ganar fuerzas que nos ayuden en la Interrupción del Proceso Mental Negativo.
8. Por el momento se debe suspender todo plan de futuro a largo plazo. La lista de prioridades boca abajo debe servir para planificar y llevar a cabo actividades sencillas y agradables, y para llevar una mejor organización a la hora de acometer otro tipo de tareas más problemáticas.
9. Después de este ejercicio de dos días, se puede volver a utilizar la Interrupción del Proceso Mental Negativo, especialmente cuando se acumula el estrés o cuando algún acontecimiento traumático vuelve a disparar las ideas de suicidio. Pero no se debe utilizar como un burladero para escondernos de las dificultades de la vida.
10. Si este ejercicio no resulta una experiencia positiva o si, por cualquier otro motivo no da buen resultado, debe dejarse inmediatamente y buscar ayuda profesional.
La depresión tiene distintas etiologías, algunas veces aparece después de una experiencia traumática o la muerte de un ser querido. Otras veces puede surgir como respuesta a una serie de acontecimientos desafortunados, o como reacción adversa a determinados medicamentos o drogas. Si tu caso es alguno de los anteriores, espero que nunca más sufras una depresión y que la Interrupción del Proceso Mental Negativo te haya servido de ayuda. Sin embargo, hay otros casos, entre los que me cuento, que viven siempre bajo la amenaza de una posible depresión. Sea por culpa de un desequilibrio químico, un funcionamiento neuronal defectuoso o por una predisposición genética... en cualquiera de los casos siempre se puede hacer algo para que la vida de quien tiene una naturaleza depresiva sea más llevadera. A mí me ha ayudado la Interrupción del Proceso Mental Negativo. Espero sinceramente que a ti también te ayude.
© Stephen L. Bernhardt 1996-2007

martes, 6 de noviembre de 2007

METAFORAS PERSONIFICADAS

Por Donna Weber

Las metáforas son una de las técnicas de cambio más potentes que existen. Las metáforas personificadas (“ubicadas en el cuerpo”) proporcionan una conexión directa a las emociones y a los patrones de conducta profundos. En “Metaphors We Live”, Lakoff y Jonson (1980) nos dicen que el pensamiento es personificado y crece fuera de nuestra percepción, movimientos y experiencia física. Recientemente varios investigadores han identificado la importancia del cuerpo en la creación de la conciencia. Antonio Damasio (1999) ha identificado sistemas de feedback (retroalimentación) a nivel del cuerpo, como aspectos intrincados de las emociones y aun de la conciencia. En adición a las estructuras neurales, los estados emocionales son definidos por cambios en el perfil químico del cuerpo, en las vísceras y en el grado de contracción de los músculos del cuerpo. Damasio cree que las emociones son una parte importante de nuestra regulación homeostática y de nuestro mecanismo de supervivencia. Candace Pert (1991), otra investigadora, cree que la mente inconsciente es nuestro cuerpo, que puede ser mejor atendido a través del cerebro derecho, de terapias expresivas como trabajar con los sueños o de terapia artística. La razón por la cual necesitamos ocuparnos de los estados emocionales en el cuerpo, es que las emociones negativas son almacenadas en el cuerpo físico a largo plazo y deben ser liberadas antes de que pueda ocurrir la curación. Esas emociones negativas almacenadas pueden crear numerosos problemas emocionales e inclusive pueden establecer el escenario para enfermedades.
Las emociones negativas acumuladas durante toda la vida están almacenadas no solo como recuerdos, sino también en el cuerpo. Esas emociones almacenadas pueden llegar a ser una parte integral de nuestra personalidad y nuestra identidad. Desde que esas emociones no representan la verdadera naturaleza de un individuo, pueden con frecuencia bloquear el éxito que podría lograr una persona en diferentes áreas de su vida. Enfocar directamente las emociones personificadas puede generar cambios a través de diferentes contextos. También es una manera de evitar impedimentos o bloqueos conscientes y propiciar la creatividad de la mente inconsciente. Trabajar a este nivel asegura que los cambios son ecológicos y que están en línea con los valores más profundos del individuo. En efecto este tipo de cambio a menudo tiene un componente espiritual.
Este artículo describe un enfoque más estructurado para trabajar con metáforas personificadas. El enfoque está basado en el método de Robert Dilts (1990) de combinar los “estados problema” con los “estados recurso”, para crear un “estado deseado”. Cuando se trabaja con metáforas, el proceso puede ser reescrito de la siguiente manera: metáfora del problema + metáfora del recurso = metáfora del resultado deseado.
La idea básica en este proceso es que los individuos tienen todos los recursos que necesitan y que esos recursos han sido obscurecidos por las emociones negativas. Una vez que las emociones negativas han sido liberadas del cuerpo, el individuo será capaz de acceder esos estados de más recursos. En adición a los estados que normalmente llamamos emociones, tales como rabia o culpa, estados como confusión o “yo no se”, pueden ser manejados exitosamente a través de este proceso de metáforas personificadas. En cierto sentido, este es un proceso que ayuda a la gente a convertirse en quien deben ser, en para lo que la persona nació.
El proceso puede ser resumido así: 1) Identifique el estado a ser trabajado, 2) Desarrolle la metáfora personificada asociada, 3) Identifique un momento en el tiempo previo a la metáfora del problema, 4) Desarrolle o construya una metáfora del recurso, 5) Invite a la metáfora del recurso a interactuar con la metáfora del problema, 6) Verifique los resultados. Además de los conocimientos de PNL, este artículo asume una comprensión básica del “Lenguaje Limpio”. En el libro “Metáforas en Mente” de Lawley y Tompkins (2000) se encuentra una descripción completa del Lenguaje Limpio (N. Del T.: Lea los artículos “Watch Your Language! Clean Languaje and Symbolic Modeling”, por Judith Lloyd Yero, en el número de Marzo de 2001, de Anchor Point. Versión en español: “Cuida tu Lenguaje. Lenguaje Limpio y Modelaje Simbólico” (en www.nlpanchorpoiny.com). También, el artículo “Metaphors in Mind: Transformation Through Symbolic Modelling” por James Lawley y Margot Hamblett, en el número de Mayo de 2001, que traduciré próximamente).

1. Identifique el Estado Emocional Problema
El estado problema inicial pueden ser una sola emoción, o un patrón de conducta problemático. Esos patrones de conducta puede ser aspectos de identidad o de personalidad. (En futuros artículos se describirá cómo identificar y cambiar estados de identidad y personalidad). El punto más importante es usar el propio lenguaje del cliente cuando se esté identificando el estado a ser trabajado.
2. Desarrolle la metáfora del problema
El próximo paso es elicitar las submodalidades kinestésicas asociadas con el estado problema. Las primeras preguntas serán utilizadas para descubrir la ubicación en (o alrededor de) el cuerpo físico y para determinar el tamaño y forma del estado. Preguntas que son útiles en esta etapa: “¿Y dónde está ubicada esa rabia?” y “Y esa rabia tiene una forma o un tamaño?”. Una vez que hayan sido descritas las submodalidades kinestésicas, pregúntele al cliente: “¿Écómo qué? Por ejemplo, si las submodalidades kinestésicas son ovales, llenas de baches (con irregularidades en su superficie) y marrones, pregunte “Y son ovales, llenas de baches (con irregularidades en su superficie) y marrones como qué?
La respuesta podría ser “como una roca”. La roca entonces se convierte en la metáfora y tiene una ubicación física en relación al cuerpo.
3. Identifique un momento en el tiempo, previo a la metáfora del problema
El próximo paso es identificar un momento (etapa, época) previo a cuando el cliente experimentó por primera vez el estado problema. Conviene que el momento elegido sea uno en el cual el cliente se sentía lleno de recursos internos. Preguntarle por el momento inmediatamente anterior al estado problema puede no ser útil, ya que este puede ser otro estado problema. Si el estado problema es un trauma severo, se corre el riesgo de asociar a la persona a un recuerdo traumático. Una buena pregunta aquí es “¿y puedes recordar una época anterior, antes de que nunca hubieras tenido Roca y te sentías seguro (o cómodo, etc.)?” Entonces pregunte “¿Y que edad podrías tener?” La edad, por ejemplo cinco años, se convertirá en el nombre (“Cinco”) del yo más joven con recursos.
4. Desarrolle una metáfora de recursos
Hay varias maneras de desarrollar una metáfora de recursos. Aquí incluiremos varios sencillos. Uno de ellos es utilizar el yo más joven, digamos Cinco, como la metáfora de recursos. Otro es desarrollar la metáfora del estado que el yo más joven estaba sintiendo. Antes de Roca, Cinco puede haber sentido Brillo del Sol o Pelusa Tibia en su pecho. Si el cliente experimentó un evento traumático particular, entonces puede sentir la necesidad de ayuda. Con frecuencia, esta ayuda es de naturaleza espiritual. Una buena pregunta podría ser “¿Y a Cinco le gustaría tener a un Protector?” Ejemplos de protector son Gran Oso, Angeles, o Buda. Los protectores representan algún aspecto del individuo o de su sistema de creencias. Algo interesante es que los protectores podrían no encajar en el sistema de creencias del adulto.
5. Invite a las metáforas a interactuar
Una vez que el estado problema y las metáforas de recursos hayan sido desarrolladas, entonces invítelas a interactuar. Es importante no forzar la interacción. Las preguntas aquí podrían ser: “¿Y estarían los Ángeles interesados en visitar a Cinco?” y “¿Y que le gustaría hacer a Oso Grande con Roca?” Durante esta parte del proceso es usual que sea necesario mantener el proceso moviéndose con preguntas como “¿Y que sucede a continuación?” Continúe el proceso hasta que haya una resolución. Ésta ocurre cuando la metáfora problema ha sido transformada o movida o cuando el estado de recursos joven o el protector alcanza un punto final lógico. La metáfora del problema puede transformarse en cualquier cosa, por ejemplo, Roca puede llegar a ser Luz Amarilla, o Roca ser movida hacia atrás, a Pared. Un punto final es a menudo una actividad apropiada para la edad del yo más joven (Cinco), como por ejemplo comer una merienda y tomar una siesta.
La fase de interacción puede que no sea simple y clara. Puede ser necesario trabajar otros estados o se podrían necesitar metáforas de recurso adicionales. Esto depende de la naturaleza y severidad del estado problema. Un inconveniente común es el descubrimiento de un estado de “yo no se”, el cual podría requerir ser curado antes de que se pueda trabar con el estado originalmente planteado.
6. Verifique los resultados
Una parte importante de chequear los resultados es determinar si ha habido un cambio en la metáfora del estado problema. El yo adulto no necesita entender lo que este cambio significa. Otro aspecto de chequear los resultados es determinar si todas las partes del individuo usadas en el proceso son dejados en el lugar y forma apropiados. Los yo más jóvenes podrían querer o necesitar crecer y los protectores podrían necesitar regresar a su origen. Esto normalmente se logra con algunas preguntas sencillas. “¿Y alguna de las partes que hemos utilizado hoy necesitan algo más?”, “¿Y Cinco quiere crecer?” y “Y tu sientes que este proceso está completo?”
El proceso de Curación de Metáforas Personificadas es útil con una variedad de estados problema. Esto puede incluir problemas emocionales, estados de falta de recursos, creencias e inclusive la mejora de estados de recursos. Una vez que el individuo se ha hecho familiar con este proceso, entonces puede reconocer, al momento, que está experimentando una emoción que es el resultado de antiguas emociones negativas almacenadas. Hay un grupo de personas, que han sentido una conexión especial con sus metáforas de recursos, que han sido capaces de retomar esta metáfora cuando ha sido necesario para otras situaciones.
Una de las maneras más efectivas de usar este proceso es ayudar a los individuos a curar patrones negativos de conducta. De esta manera el individuo se hace más congruente y más capaz de enfrentar los retos de la vida. Una vez que la energía negativa es liberada, los individuos pueden notar un incremento en su creatividad y en su habilidad para utilizar sus emociones como recursos valiosos.
REFERENCIAS
Damasio, Antonio (1999). The Feeling of What Happens. New York: Harcourt Brace & Company.
Dilts, Robert, Hallbom, Tim, and Smith, Suzi (1990). Beliefs: Pathways to Health and Well-Being. Pórtland, OR: Metamorphous Press. (En español: Las Creencias. Caminos hacia la Salud y el Bienestar. Barcelona, España, Editorial Urano).
Lawley, James and Tompkins, Penny (2000). Metaphors in Mind. London: The Developing Company Press.
Lakoff, George and Johnson, Mark (1980). Metaphors We Live By. Chicago: The University of Chicago Press.
Lakoff, George (1987). Women, Fire, and Dangerous Things. Chicago: The University of Chicago Press.
Pert, Candace (1999). Molecules of Emotions. New York: Touchstone Books.
Copyright © Donna Weber, 2002
Donna Weber es consejera licenciada y Master Practitioner en PNL. Ella trabaja con individuos y empresas, en su práctica privada. Donna puede ser contactada a través del teléfono (251) 341 1400 o por el email webercounseling@earthlink.net
Traducido al español por:
Pedro HenríquezNLP Master Practitioner & Traineremail: henriquez @cantv.net