martes, 18 de diciembre de 2007

Cómo protegernos de la rutina,el individualismo,la ruptura y las frustraciones

Aquilino Polaino

ESPAÑA
Si luchas, puedes perder, pero si no luchas ya estás perdido. Si luchas por tu vida familiar, no estás perdido.

1- Disponibilidad
Consiste en dedicar tiempo (¡que es lo que menos tenemos!) a atender a nuestros hijos y esposo/a. Con los adolescentes, por ejemplo, no vale lo de “este tema ya lo hablaremos el sábado con tranquilidad, cariño”. Para el sábado, tu hija de 13 años ya se ha emborrachado con una amiga y van a hacer lo que se les ocurra, porque el padre estaba deslocalizado, como las empresas. Hay que estar disponible, porque hay problemas que sólo se arreglan en el momento en que el otro se anima a plantearlo y pide ser escuchado. Recordemos que nuestros padres, al morir, sólo nos dejan realmente el tiempo que pasaron con nosotros. Demos tiempo al otro.

2- Comunicación padres-hijos: que los padres hablen menos y escuchen más
En muchas familias, cuando un padre o madre dice “hijo, tenemos que hablar”, el chaval piensa “uy, malo, malo”. ¿Por qué? Porque sabe que los padres cuando dicen “tenemos que hablar” quieren decir “te voy a soltar un discurso por algo tuyo que no me ha gustado”. Esto cambiaría si los padres se hicieran un propósito: dedicar el 75% a escuchar y sólo el 25% a hablar. Escuchar a los hijos (o al cónyuge, a cualquiera) es un esfuerzo activo. Hay que soltar el diario, quitar el volumen de la TV, girar la cabeza hacia quien te habla, mirar a los ojos, expresar atención. Eso es escucha activa, que es la que sirve para mejorar la autoestima de tu familia.

3- Coherencia en los padres y autoexigencia en los hijos
Uno es coherente cuando lo que piensa, siente, dice y hace es una sola y misma cosa. No tiene sentido decirle a los niños desde el sofá: “eh, vosotros, ayudad a mamá a quitar la mesa”. Hay que dar ejemplo primero. Tú, padre, has de quitar la mesa durante 5 días, que te vean. El quinto día dices a tu hijo: “venga, ahora entre los dos”. Y dos días después: “estoy orgulloso de ti, ahora ya has aprendido y ya puedes quitar la mesa tú sólo”. Y él se sentirá orgulloso de quitar la mesa. Así aprenden a autoexigirse, que es mucho mejor que tenerlos vigilados 24 horas al día. Esto es un progenitor potenciador, motivador, animador y protector al mismo tiempo. También pedimos a los niños que estudien pero ¿nos ven a nosotros estudiar, leer revistas de nuestro oficio, ponernos al día en nuestra especialidad? Hemos de poder decir: “mirad, hijos, nosotros también estudiamos”.

4- Tener iniciativa, inquietudes y buen humor.
Estos tres factores son útiles para la autoestima familiar. En España el buen humor no suele escasear. Pero la rutina es un enemigo en las relaciones conyugales y con los hijos. El punto clave es que haya creatividad e iniciativa en la vida de pareja y eso se contagiará a toda la familia. Las mejores horas deben ser para compartir con el esposo o esposa. Ser papá o mamá no debe hacernos olvidar que somos “tú y yo, cariño, nosotros”. Creatividad e iniciativa protegen a la pareja de la rutina. Cuando hay rutina, es fácil que uno de los dos busque la “magia” añorada fuera, en otras relaciones. Por el contrario, si la pareja va bien, los hijos aprenden su “educación sentimental” simplemente viendo cómo se tratan papá y mamá, viendo que se admiran, se halagan, se alaban, son cómplices. “Cuando sea mayor trataré a mi mujer como papá a mamá”, piensan los niños entusiasmados. Eso les da autoestima.

5- Aceptar nuestras limitaciones, y las de los nuestros
Hay que conocer y aceptar tus limitaciones, las de tu cónyuge, las de tus hijos. Pero es importantísimo no criticar al otro ante la familia, no criticar a tu cónyuge ante los niños, o a un niño ante los hermanos, comparando a un hermano “bueno” con uno “malo”. Eso hace sufrir al hijo y le quita autoestima. Es mejor llevarlo aparte y hablar.

6-Elijamos buenos amigos y amigas
El individualismo es el cáncer del s.XXI. Nosotros y nuestros hijos estamos atados a máquinas gratificantes: el DVD, la TV, la videoconsola, Internet... El trabajo en solitario va minando la amistad verdadera. ¡Los amigos comprometen mucho y al individualista no le gustan los compromisos!

Sin embargo, necesitamos más que nunca amigos humanos, personas, grandes y buenos amigos, con los que compartir muchas horas, conversaciones sinceras y cercanas, amistades de verdad, que te apoyen y te conozcan auténticamente, que te acepten con tus fallos y potencien lo mejor en ti. Seleccionar amigos así para ti y para los tuyos es la mejor inversión.

7- Reconocer y reafirmar lo que vale la otra persona
Seamos sinceros: no tiene sentido que andemos llamando “campeón” a nuestro niño que nunca ha ganado nada. Si ha perdido un partido de fútbol, no le llames campeón. Ha de aprender a tolerar la frustración, acompañado, eso sí. También hemos de saber (grandes y pequeños) que somos buenos en unas cosas y no en otras. “Hijo, pareces bueno en A y en B, pero creo que C no es lo tuyo”. Reafirmemos al otro en lo que vale, y se verá a sí mismo como lo que es, una persona valiosa.

8- Estimular la autonomía personal
Uno se hace bueno a medida que va haciendo cosas buenas. Es importante que lo entiendan los hijos. Lo que se hace es importante: hacer cosas buenas nos hacer buenos a nosotros. Esta idea ayuda a tener autonomía personal, hacer las cosas por nosotros mismos, para mejorar nosotros.

9- Diseñar un proyecto personal
No irás muy lejos si no sabes donde quieres ir. Quedarte quieto no es factible, uno tiende a volver a quedarse atrás. Has de tener un proyecto personal para crecer, y atender y ayudar a discernir y potenciar los proyectos de los tuyos.

10- Tener un nivel de aspiraciones alto, pero realista
Hemos de jugar entre lo posible y lo deseable. Si aspiramos alto, nos valoraremos bien, tendremos autoestima. Pero, ¿es factible? Debemos conjugar un alto nivel de aspiraciones con la realidad de nuestras capacidades y recursos.

Hay finalmente tres ideas más a considerar:
Según Chesterton, lo natural tiende a lo sobrenatural mientras que lo que no se sobrenaturaliza se desnaturaliza. Es cierto. Hemos de entender que la autoestima, el amar y el amarse, es sobrenatural. ¿Has pensado en cómo te ama Dios, en lo grande, lo sobrenatural de Su amor por ti? Piénsalo. Eres muy especial para Él. Cuando vivas este amor, comunícalo a tus hijos.

Buena parte del sufrimiento inútil en el mundo se produce porque en algunas ocasiones en las que deberíamos dedicarnos a pensar, nos ponemos a sentir; y en ocasiones que son para sentir, nos ponemos a pensar. Evitemos este sufrimiento inútil: hay momentos para pensar y momentos para sentir.

Si luchas, puedes perder, pero si no luchas ya estás perdido. Si luchas por tu vida familiar, no estás perdido.

Aquilino Polaino es licenciado en medicina y cirugía (Universidad de Granada), diplomado en Psicología Clínica (Universidad Complutense), doctor en medicina (Universidad de Sevilla), licenciado en Filosofía (Universidad de Navarra), profesor de Psiquiatría (Universidad de Extremadura) y catedrático de Psicopatología (Universidad Complutense). Pero es conocido por el gran público como divulgador y consejero en temática familiar y de salud emocional. Estuvo presente en el II Congreso Educación y Familia de la Universidad Católica de Murcia el pasado 3 de diciembre y habló de diez principios básicos que contribuyen a mejorar la estima de los miembros de una familia. ForumLibertas estuvo allí tomando notas de sus diez principios.

FUENTE: T1msn/Familia/Articulos/CatholicNet
http://www.prodigy.msn.com/educacion/familia/CatholicNet/?id=21390

Cómo liberarse de la tele y ser más saludable

Libérese de la Tele y Sea Más Saludable

Reducir el tiempo con la tele es tan fácil como 1, 2, 3
Sugerencias para arreglárselas sin la tele
Apague la tele
Actividades sin Pantalla
La obesidad en la niñez se ha convertido en una epidemia en los EEUU, de acuerdo al Centro Nacional para las Estadísticas de Salud en el 2000. La obesidad da lugar a otras enfermedades incluyendo diabetes, enfermedades del corazón, alta presión y artritis.

El apagar la televisión es un buen método para mejorar su salud y la de su familia. Reduciendo la cantidad de tiempo que pasan viendo televisión puede ayudarles a hacer más ejercicio y a comer mas saludablemente.

Reducir el tiempo con la tele es tan fácil como 1, 2, 3

Comprométase a hacerlo. Siéntese y hable con su familia acerca de reducir el tiempo que pasan viendo televisión.
Planifique. Juntos identifiquen los ratos que usted y su familia pasan viendo la tele. Pídales que piensen en qué actividades pueden involucrarse durante los ratos que normalmente ven televisión.
Lleve a cabo su plan.
Sugerencias para arreglárselas sin la tele incluyen:

Sea paciente. No permita que el aburrimiento le preocupe. Sus niños encontrarán algo que hacer.
Mande los niños a que jueguen afuera.
Haga una lista de todas las cosas que le divierten además de ver televisión y póngala donde la vea fácilmente.
Tome fotos de sus niños cuando están envueltos en actividades creativas y manténgalos en un sitio visible.
Cree sus propias experiencias, no viva su vida a través de las vidas de las estrellas en las telenovelas.
Comparta sus ideas acerca de lo que está pensando hacer con sus amigos. Puede que encuentre mas apoyo de lo que creía.
Abajo le damos unos consejos de cómo reducir el tiempo que pasa viendo televisión e ideas de actividades en que usted y sus niños pueden involucrarse en lugar de ver televisión.

Apague la tele y:

Manténgala apagada durante las comidas.
En familia hagan ejercicio como caminar y correr en bicicleta.
Designe ciertos días de la semana como días "Libres de Tele."
Remueva la televisión que tiene en los dormitorios.
Esconda el control remoto.
Actividades sin Pantalla

Juegue un juego.
Siembre un jardín.
Camine, converse, nade o ande en bicicleta.
Cocine una comida saludable con su familia y amigos.
Trepe un árbol.
Juegue al esconder.
Lea un libro.
Vaya de excursión al parque o al museo.
Cree proyectos de arte simples que toda la familia disfrute.

La television y la familia


Televisión vs familia

Una democracia no puede existir si no se somete a control la televisión que se ha convertido en un poder político colosal.


Jaime Septién
Fundación México Unido.- A lo largo de los años, he ido colectando, aquí y allá, opiniones de especialistas y grandes personajes de la cultura desde la segunda mitad del siglo XX para acá, sobre el tema de la televisión y su influencia en el tránsito cotidiano de la familia, y cómo la presencia de la televisión la ha ido cambiando, hasta convertirla en una cosa más o menos amorfa, amoldada, eso sí, a multitud de intereses económicos y comerciales de los que apenas si tenemos conciencia.

La familia es, a la vez, reflejo y receptáculo de las tensiones sociales, de los cambios que sufre el sistema social en su conjunto. De ahí que la primera cita que quiero compartir con los lectores de esta colaboración sea la del famoso filósofo inglés Karl Popper, quien abogaba –ante todo- por una regulación democrática de la televisión pues, de lo contrario, la democracia estaría en peligro:

COMO SI FUERA DIOS

Una democracia no puede existir si no se somete a control la televisión que se ha convertido en un poder político colosal, potencialmente se podría decir el más importante de todos, como si fuera Dios mismo quien hablara.

La segunda cita tiene que ver con el tema de la expansión de la violencia entre los jóvenes de hoy (adultos mañana) y de dónde procede. El autor es Steve Allen, un productor muy importante de programas de televisión en Estados Unidos, que alcanzó a darse cuenta de que la televisión era, en su país y en el nuestro, una máquina de enseñar a matar:

LOS QUE DECIDEN POR NOSOTROS

La mayoría de las personas no quieren educar a sus hijos en la promiscuidad o la violencia extrema. Son los medios, con la complacencia de los anunciantes y la pasividad de los padres, quienes han decidido que eso es lo que la cultura necesita

La siguiente reflexión pertenece a Giovanni Sartori, autor de Homo videns, el libro más demoledor que circula actualmente en librerías, sobre la relación entre televisión y poder, además de que hace muy clara la idea de que estamos entrando en una fase de empobrecimiento cultural característico de las sociedades famélicas, donde se privilegia el tener sobre el ser y, por encima de todo, el placer:

LA DROGA DURA

La facilidad de la era digital representa la facilidad de la droga.

Finalmente, la característica agudeza del Papa Juan Pablo II, indica cuál es el camino de salida para una familia que desea defender su libertad y que se manifiesta contraria a ser tratada como simple sujeto de consumo. En los padres de familia está la alternativa de sacarle jugo al televisor, de usarlo para conveniencia de la formación intelectual y moral de los hijos, a condición de saber ejercer esa libertad y discernir qué es bueno y qué no lo es, en una programación que se presenta siempre bajo el letrero de “entretenimiento”:

APAGAR LA TELE

Formar los hábitos de los hijos puede a veces querer decir simplemente apagar el televisor, porque tenemos mejores cosas que hacer, o porque la consideración a los demás miembros de la familia así lo reclama, o porque la visión indiscriminada de televisión puede ser perjudicial.

Relacion Abuelos, padres y nietos


ABUELOS, PADRES, NIETOS: CÓMO EVITAR LOS CONFLICTOS
A menudo surgen diferencias entre padres y abuelos por la educación de los nietos. Los primeros no siempre están de acuerdo en cómo tratan los abuelos a sus hijos y éstos no aprueban la forma en que sus hijos educan a sus nietos. Fernando Corominas, Presidente de la Asociación Internacional de la Familia -y abuelo experto- nos da algunas claves para evitar o solucionar estos conflictos.

¿Cuáles son los principales conflictos que se plantean entre padres e hijos por la educación de los nietos?
Cuando los abuelos pretenden ejercer de padres en vez de abuelos, saltando por encima de los padres. O cuando los hijos abusan de los abuelos y los cargan excesivamente con la responsabilidad de ocuparse de sus nietos. Es importante diferenciar el rol de cada uno.

¿Cuál es su opinión sobre la figura de los abuelos canguro? ¿Es una figura al alza o a la baja?
La figura de los abuelos canguro está claramente en alza, en cuanto que cada vez se está dando más, ya que la gente mayor goza de mejor salud y la incorporación de la mujer al mundo laboral es ya una realidad. En mi opinión, en muchos casos se produce un abuso por parte de los hijos cargando a los abuelos con una responsabilidad que no tienen por qué asumir. Otra cosa es que se produzcan situaciones de necesidad absoluta, -un accidente, una situación económica insostenible, una enfermedad...- Los abuelos son abuelos, pero no padres. Sólo deben actuar como tales cuando los padres no puedan hacerlo.

¿La figura de los abuelos qué aporta a los nietos y qué debería aportar?
Aporta o debería aportar cariño, cultura familiar, amor a las tradiciones, raíces familiares, experiencia, ternura... No creo que su misión tenga que pasar de ahí. Los abuelos deberían ser un complemento de los padres en la educación de los niños.

Los hijos a veces piensan que sus padres pecan de intrusismo en la educación de los nietos. ¿Cuál debería ser la actitud de los hijos ante la experiencia de los padres?
Está bien que los abuelos aporten en un momento dado su experiencia y su visión de cómo van los nietos, pero nunca actuando directamente sobre ellos sino dirigiendo sus comentarios a los hijos. Comprendo que los hijos se molesten ante un abuelo que pretende suplantarles en la educación del nieto, pero harán bien en escuchar a sus padres si éstos son personas sensatas.

¿Qué piensa que es más saludable, un abuelo muy exigente que declara constantemente lo mal educados que están sus nietos o el abuelo consentidor cuyos nietos son los mejores del mundo?
Por supuesto, me quedo con el abuelo consentidor. Yo diría que los abuelos, por naturaleza están para consentir, precisamente porque son abuelos y no son padres.

Los abuelos, ¿deben ser parte activa en la educación de los nietos o deben limitarse a quererlos? Algunos abuelos dicen “que los eduquen sus padres, yo sólo les veo una vez a la semana...” ¿Es una actitud correcta?
Si se trata de abuelos de los que ven a sus nietos el fin de semana, por supuesto. Los abuelos no tienen que educar a los nietos. Ésta es una responsabilidad de los padres. Ahora bien, si se trata de abuelos que sustituyen a los padres, que cuidan normalmente de sus nietos y por tanto, desarrollan la función de padres, sí deben educar. Pero en este caso no actúan como abuelos sino como padres.

¿Cree que a veces los hijos comprenden y valoran la aportación que los abuelos pueden tener en la formación de sus hijos?
Creo que algunas veces los hijos se olvidan de que sus padres han pasado por todas las situaciones que ellos están viviendo. Aunque los tiempos cambien, hay constantes en la educación que se repiten generación tras generación. Otro tema importante es el de los abuelos como conservadores y transmisores de las tradiciones y cultura familiar, que tiene su grado de importancia.

Los hijos que cargan a los abuelos con el cuidado de sus nietos, ¿abusan de sus padres? ¿Cree que en general éste es un buen sistema para los nietos, o estarían mejor en la guardería al cargo de un profesional?
Efectivamente, pienso que hay muchos padres que abusan de los abuelos. Cada vez más. No creo que encargarse de los nietos como actividad diaria sea función de los abuelos, más que en los casos extremos en los que existan problemas económicos, o de enfermedad... Para eso existen estupendos profesionales en los Jardines de Infancia.

¿Qué importancia tiene la figura de los abuelos en la familia como institución?
Los abuelos significan la continuidad de las tradiciones familiares, incluso de los valores morales y religiosos. Son una figura que complementa a los padres en la educación de los niños y cierra el círculo familiar. Son transmisores de la memoria o la historia de la familia. Convendría escuchar más las viejas historias de los abuelos para conocer mejor las raíces de nuestra propia historia y valorar en todo su contenido la familia como institución.

¿Qué se pierden los nietos que no llegan a conocer o a tratar a sus abuelos? ¿Y viceversa?
Se pierden una experiencia que puede llegar a ser muy gratificante para ambos. La relación entre abuelos y nietos es mucho menos conflictiva que la de padres e hijos, y está llena de ternura. Los abuelos vuelven a su infancia con sus nietos, juegan con éstos y reviven recuerdos felices, se sienten útiles... Los nietos se sienten queridos incondicionalmente, lo cual puede ser muy bueno para su autoestima.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Diferencia entre Castigo y Disciplina





Para algunas parejas puede ser difícil ver la diferencia entre lo que es el castigo y la disciplina. De hecho, algunos de nosotros crecimos en hogares donde la palabra disciplina no existía. La palabra usada era "castigo".

"Te voy a castigar si no haces tal o cual cosa." Ese castigo era, en la mayoría de los casos, de tipo físico, algo que causara dolor físico a la niña o al niño. Esta era la forma de disciplina que nuestros papás y abuelos conocían. Pero veamos qué se entiende por disciplina.

De acuerdo con el diccionario de la lengua española "disciplina" significa: "Doctrina o enseñanza." De esta palabra se deriva la palabra "discípulo." Un discípulo es la persona que recibe enseñanza de un maestro o una escuela, de acuerdo al diccionario. Los discípulos de Jesús, por ejemplo, recibieron de su maestro todas las enseñanzas cristianas. Así, la palabra disciplina se podría definir como "el arte de recibir una doctrina o enseñanza."

Ahora, tratemos de entender esta palabra en el contexto de la familia. ¿Qué significa disciplinar a los hijos? Es muy importante que esta pregunta sea contestada claramente, pues los padres de familia hemos recibido de Dios el mandato de disciplinar a nuestros hijos; y mediante la disciplina, prepararlos para que sean personas de bien para la sociedad y para el mundo. Disciplinar, en el contexto familiar, significa también enseñar. Los padres de familia estamos llamados a enseñar a nuestros hijos los valores morales, religiosos, sociales y cívicos que hacen a un individuo integralmente saludable para la sociedad y para el mundo.

Para disciplinar a nuestros hijos en esos valores no hace falta el castigo físico. Ciertamente hay momentos en que el castigo físico nos parece lo más conveniente, la salida más fácil y rápida para hacer que nuestros hijos hagan lo que nosotros queremos que hagan. Ellos, nuestros hijos, lo van a hacer, no por convencimiento personal, sino por miedo a que se les castigue. A este punto podemos preguntarnos, ¿Cuál es el valor o los valores que le estamos pasando a nuestros hijos cuando les castigamos físicamente?. Cualquiera que sea la respuesta, es obvio que no estamos transmitiendo ninguno de los valores mencionados arriba.

Pensemos por un momento cuándo es que le hemos castigado físicamente a nuestros hijos. ¿Cuando hicieron una travesura?, ¿cuando derramaron la leche en el sillón?, ¿no nos hicieron caso?, ¿cuando hemos llegado del trabajo cansados y hemos proyectado nuestro cansancio y frustración sobre ellos? ¿O cuando los problemas de papá y mamá han sido proyectados sobre ellos?. Muchas veces los niños pasan a ser los conejillos de indias con los cuales nos desquitamos y en nuestra mente, justificamos nuestro comportamiento pensando que les estamos disciplinando. El disciplinar requiere no de palabras groseras, golpes o intimidación en el niño, sino de paciencia, perseverancia, saber poner limites, mucha comunicación, mucho amor y sobre todo, que mamá y papá tengan mucha conciencia y conocimiento del valor que quieren transmitir al niño o niña.

Nuestros hijos son nuestros pequeños discípulos, sedientos de aprender cómo es este mundo, cómo actuar, cómo comportarse o cómo reaccionar en diferentes situaciones. En otras palabras, pequeños discípulos que quieren ser personas de bien para la sociedad y para el mundo. Por eso ellos preguntan, por eso se equivocan, por eso hacen travesuras e intentan ser como los adultos. Un niño nunca intenta contrariar o exasperar a sus padres, sólo intenta aprender. Es por ello que, al igual que lo hace el maestro con su estudiante, es necesario contestarles todas las preguntas con la verdad, tomar tiempo para escucharles, instruirles, valorar sus sentimientos, pensamientos, puntos de vista, de tal manera que los niños sientan que son seres humanos que valen, no por las veces que se equivocan, sino porque son seres humanos, porque son personas.

Es sumamente importante hablar con ellos, no importa que pensemos que ellos todavía no entienden. Es muy importante que nuestros hijos sepan, no sólo el valor que les queremos transmitir, sino cuál es la importancia de ese valor en sus vidas. Los niños necesitan escuchar muchas veces de sus padres qué es lo que se espera de ellos, y los adultos debemos estar conscientes de que para instalar un valor en un niño se necesita paciencia, repetición, consistencia, y sobre todo, muchos abrazos, besos y tiempo.

Por su puesto que a veces es necesario utilizar alguna norma disciplinaria, que se dará como consecuencia de una acto negativo repetitivo. Este comportamiento negativo se podría dar en el niño cuando se da cuenta que sus deseos no son satisfechos en el programa de disciplina seguido por sus padres. En estos casos, el niño debe saber cuál es la consecuencia y por qué la está recibiendo. Este tipo de disciplina va orientado a hacer entender al niño el tipo de comportamiento deseado, pero por ninguna circunstancia debe de ser un castigo físico. Dicho programa debería hacer la diferencia en lo que es un deseo del niño y lo que es una necesidad. No todos los deseos pueden ser satisfechos en un niño, pero sí todas las necesidades. En algunos casos, ellos, los niños, se van a negar a aprender a pescar, pues es más fácil recibir el pescado ya listo para ser comido. Ahí es donde nosotros, los padres de familia, debemos tener presente que no se trata de darles el pescado, sino de enseñarles a pescar.

Por Valentín Araya-Mesén

Cómo disciplinar a los hijos


Por Laura Álvarez Bravo, M.Psc.
Psicóloga Enfoque a la Familia
lalvarez@saborysalud.com

Le puede ser familiar el oír ”ya no tengo paciencia”, “me cuesta montones que se siente a la mesa a comer”, “no quiere hacer tareas”, “si yo no le doy lo que pide me hace un berrinche”, “me estoy volviendo loca”.

¿Le parece conocido? Estos ejemplos son escenas cotidianas que viven los padres y que hace que se pregunten ¿cuál será la mejor manera de disciplinar a mis hijos?

Existen gran variedad de métodos disciplinarios; mientras unos funcionan para algunos hijos, otros no lo hacen. La disciplina o el establecer límites se conoce como el conjunto de reglas que permiten la convivencia en el hogar. Tiene como objetivo el producir un patrón específico de comportamiento y es importante porque contribuye a que los niños crezcan sin temores, aprendan lo que se espera de ellos, ayuda a protegerlos de situaciones peligrosas y además hace que se establezcan las condiciones para convivir con los demás. Además una vez que se establezcan los límites claros y razonables con respecto al comportamiento de sus hijos, se logra tener una mejor relación y evita los enfrentamientos constantes.

La disciplina es necesaria y debe ser guiada por adultos para que los niños aprendan cómo realizar lo que desean de la manera más adecuada, aprendan a postergar los deseos para momentos más oportunos y logren tener confianza en sí mismos. Además contribuyen a la tranquilidad, al orden y autocontrol.

Usted se preguntará, ¿qué sucede si no se limita la conducta? Si usted no pone disciplina, su hijo no aprenderá a auto controlarse y auto dirigirse, y además lo expone al rechazo, pues la vida está llena de reglas que debemos seguir y que se aprenden desde que estamos pequeños.

Para definir los límites debemos basarnos en las necesidades de los padres y los niños. Tome en cuenta las necesidades y etapas de desarrollo de sus hijos así como su temperamento, sin dejar de lado que el liderazgo lo ejercen los padres. Recuerde que es un proceso que no se da de la noche a la mañana y que por eso desde pequeños debemos establecerles límites. Además entre más firme y constante sea, mayor respeto y comprensión logrará.

Al establecer las reglas recuerde que lo que limitamos es la conducta y no los sentimientos que la acompañan. Los sentimientos deben reconocerse aunque no se acepte la conducta. Un ejemplo: si tira la puerta decirle: “comprendo que estás muy enojado pero las puertas no se tiran, si quieres cuando estés más tranquilo podemos hablar.”

Como padres, deben aprender a distinguir entre comportamiento normal, irresponsabilidad y desafío. La exploración normal debe ser animada pero de una manera que sea sana para ellos y los que lo rodean. Algunas veces se enfrentarán a irresponsabilidades de los niños, como dejar los juguetes tirados, quebrar un vaso, entre otros. En esas ocasiones pregúntese si es algo accidental, o algo propio de la edad. Pero en otras ocasiones los niños desafiarán la autoridad. Esto es cuando ellos conocen lo que usted quiere y no lo hace, se rehúsa.

Para que ni usted ni sus hijos se sientan mal o culpables, la disciplina se debe establecer sin que afecten el respeto y autoestima del niño, ni de los padres.

Algunas maneras para lograrlo:

Señale la situación problemática empleando pocas palabras.

Establezca las reglas con anterioridad, explíquelas y establezca consecuencias lógicas. Es decir, explíquele a su hijo lo que se espera de él y si él no cumple, decirle que él fue el que decidió ser regañado, castigado. Esto con el fin de que interiorice que es él quién decide, con su conducta, las consecuencias. Póngale ejemplos: “en esta casa vamos a comer a las siete, tienes dos opciones: si comes puedes ver tu programa de televisión, si no, vos decidiste que ese día no vas a ver el programa.”

Los castigos-consecuencias deben ser de corta duración.

Proporcione alternativas para lograr lo que desea. Por ejemplo: “Carlos, los juguetes están tirados. Puedes seguir viendo el programa y durante los anuncios recoger primero los juguetes” o decirle: “si quieres seguir viendo el programa debes recoger los juguetes.”

No califique al niño. Señale el problema, la conducta.

Sea firme, tranquilo, no grite y no se desespere.

Es importante la manera en que se pongan los límites. Por ejemplo, si siempre se le habla al niño con órdenes y amenazas, le está diciendo al mismo tiempo que no cree que sea capaz.

No le dé sermones. Sea claro.

No sea repetitivo, sus hijos necesitan ver que usted actúa.

Establezca las reglas en común acuerdo entre padres e hijos. Debe comunicarlas con anterioridad. Además, ambos padres deben estar de acuerdo con las reglas y no contradecirse. Los hijos deben saber que ambos padres tienen la misma autoridad, sino esto puede hacer que se establezcan alianzas en donde sólo uno “es el malo de la película”.

Señale las situaciones sobre las que se deben establecer reglas.

Sea flexible, comprensivo, valore los sentimientos y necesidades. Recuerde que el establecer límites no quiere decir que quitamos el afecto. Los límites y el afecto van de la mano.

Defina cuándo una conducta es aceptable o no. Por ejemplo, piense qué se entiende por la orden que usted da. Sea específico.

Sea consistente.
Y si el niño no respeta los límites:

Debe tener consecuencias, inmediatas, proporcionales y directas. El niño debe saber porqué se le castiga. Cuando lo castigue, explíquele porqué es, señale la conducta.

Las consecuencias deben ser adecuadas a la situación y coherentes, que se puedan cumplir.

Sea firme, constante, actúe.
El castigo físico

Debe ser aplicado solamente ante desafíos y por padres amorosos es decir que no sean violentos o sean personas que no sepan controlar el enojo. Este debe ser advertido con anterioridad, debe ser siempre inmediato a la acción y cuando usted lo haya advertido, no lo utilice sólo cuando usted no sepa qué hacer. Debe aplicarse con un objeto neutral y no con la mano, el objeto no puede dañar seriamente a su hijo y debe aplicarlo solo en las nalgas.

No es conveniente en niños menores de un año y medio ni en mayores de 10 años.

Ayude a sus hijos a que expresen sentimientos de manera adecuada.

Permita que el amor sea su guía.

Debe entender la intención de la conducta antes de reaccionar.

Debe entender las consecuencias naturales, por ejemplo: si no llegó a comer a pesar de que se le estuvo llamando a comer, debe decirle cuando llega que ya pasó el tiempo para comer y que debe esperarse a la próxima comida.

Cosas que NO debe hacer: utilizar el abuso físico(quemar, empujar, dar un manazo, palizas) ni agresión verbal. No utilice frases hirientes, no discipline con gritos, no amenace ni utilice sobornos por ejemplo te daré una galleta si te sientas en la silla del carro o si haces tal cosa te compro algo.

Recuerde estimular a su hijo, alabarle, aprenda a reconocer los pequeños logros. Recuerde que sus hijos son el tesoro más grande que Dios le ha dado, ámelos y abrácelos. No olvide que la disciplina es sinónimo de amor.

Comunicación en la familia


Una buena comunicación une la familia
Por supuesto que no existe una regla básica para mejorar la comunicación en una família. Cada família es un mundo distinto, un lenguaje único. Lo que sí deberían existir, como forma para mejorar la comunicación, es la voluntad, el interés, y la disponibilidad, por parte de los padres, a que este espacio sea creado y vivido intensamente, en la medida de lo posible. Si lo que quieren es una familia unida, la mejor vía, el más acertado camino, es por la comunicación.


Consejos para ayudar en la comunicación entre padres e hijos
1. Observar el tipo de comunicación que llevamos a cabo con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. Funciona muy bien conectar una grabadora en momentos habituales de conflicto o de sobrecarga familiar. Es un ejercicio sano pero, a veces, de conclusiones difíciles de aceptar cuando la dura realidad de actuación supera todas las previsiones ideales.

2. Escuchar activa y reflexivamente cada una de las intervenciones de nuestros hijos. Valorar hasta qué punto merecen prioridad frente a la tarea que estemos realizando; en cualquier caso, nuestra respuesta ha de ser lo suficientemente correcta para no menospreciar su necesidad de comunicación.

3. Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, razonar con él un aplazamiento del acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: dame 10 minutos y enseguida estoy contigo. Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.

4. Evita el empleo del mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, que le hagamos sentir culpable, que le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.

5. Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en un bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.

6. Cuando decidamos cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable establecer un tiempo de prueba, como una semana o un fin de semana, terminado el cual podamos valorar si funciona o no y si debemos modificar algo más. Los padres tenemos los hábitos de conducta muy arraigados y cambiarlos requiere esfuerzo, dedicación y, sobre todo, paciencia (¡con nosotros mismos!).

Espíritu positivo


Decálogo del Espíritu Positivo
1. El Espíritu Positivo es una mezcla de serenidad interior, optimismo, caras amables y buen humor. Cultive estas cuatro plantas.

2. Tenga ojos para lo positivo, no se detenga en lo negativo únicamente. Elimine el pesimismo y el derrotismo, considerando los aspectos positivos de la realidad.

3. No permita que la conducta sea resultado de su estado de ánimo: cuando no se sienta bien, sonría; cuando las cosas salgan mal, ríase.

4. Estar siempre alegre es el mejor regalo que puede hacerle a los demás: sonría y mire con cariño.

5. El lenguaje anima o desanima. Por eso no hable cosas negativas –críticas, quejas, lamentos-, ni siquiera con el fin de motivar a otros.

6. Haga de la confianza una clave de su vida. El Espíritu Positivo es el resultado de confiar en uno mismo, en los demás y en Dios.

7. Vea las realidades presentes con “ojos de futuro”; así tendrá serenidad. Ahora se ríe de las “tragedias de niño”; después se reirá de las “tragedias de ahora”.

8. No se tome demasiado en serio a sí mismo. No considere los defectos de los demás como ofensas personales. No haga tragedias de cosas sin importancia. Así vivirá alegre.

9. Prefiera entre sus amistades a personas alegres y serenas. Destierre a los “aguafiestas”.

10. Tenga los pies en la tierra y el corazón en un sueño. El entusiasmo es el estado de ánimo resultante de poseer una visión esperanzada de la vida. Por eso impóngase retos.

Excelencia Personal (decálogo)


Decálogo de La excelencia personal
1. La excelencia comienza con un conocimiento realista de uno mismo: fortalezas y debilidades.

2. No hay excelencia sin exigencia. No hay calidad personal sin esfuerzo. Por eso vencer la pereza y la comodidad es el inicio de la excelencia.

3. Sea sincero con usted mismo: no confunda lo que es, con lo que le gustaría ser. Pregunte a los demás cómo lo ven; así tendrá una buena base para el auto concepto.

4. La excelencia supone repetición de acciones buenas. La fuerza de voluntad se adquiere por repetición de actos que requieren esfuerzo. Por eso, pase a la acción: no se quede en buenos deseos.

5. La agresividad es una señal de inseguridad. Los complejos, los miedos, las manías… van minando la propia seguridad.

6. La envidia y el orgullo son auto destructores de la excelencia.

7. Dos síntomas de autoestima inapropiada: mirar a los demás con aires de superioridad y la falta de confianza en uno mismo.

8. La excelencia personal es un proceso de mejoramiento continuo para desterrar hábitos negativos y adquirir otros positivos.

9. Cuando quiera decir sí, dígalo; cuando quiera decir no, también. Atrévase y no se sienta mal por decirlo. Es su derecho. Pero hágalo con buenas maneras.

10. La excelencia no es la presunción del que se cree perfecto o del que piensa que todo lo puede por sí mismo. Es el convencimiento de que con la ayuda de los demás y de Dios, unidos al esfuerzo personal, puede ser mejor cada día.

Pérdida de los valores en la familia



Crisis de la familia se explica en la pérdida del valor del matrimonio, asegura Arzobispo



BUENOS AIRES, 10 Dic. 06 / 04:32 pm (ACI).- El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, sostuvo que “en lugar de hablar tanto de la ‘crisis de la familia’ tendríamos que referirnos a la crisis o la pérdida de valor de la institución matrimonial, del matrimonio” y pidió “rescatar” la “preparación al matrimonio y la idea misma del matrimonio”.

En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, el Prelado lamentó que se tome con “enorme ligereza” algo que es fundamental para la vida de la sociedad, “porque la familia fundada en el matrimonio, no está destinada solo a la felicidad de las dos personas que se casan y, eventualmente, de sus hijos, sino que en ella se funda también el equilibrio, la perfección, la belleza de una sociedad” que sea una “auténtica comunidad”.

El Prelado afirmó la necesidad de “recordar con insistencia que, en realidad, no hay familia sin matrimonio, aun cuando mucha gente esté confundida al respecto; también algunos legisladores lo están. Tenemos que recordar que la familia se funda en el matrimonio que es la unión estable de un varón y una mujer”.

Para el Arzobispo platense, “una de las causas de la actual depreciación del matrimonio ha sido la famosa ley de divorcio” pues hoy “en la Argentina, en el orden civil, ya nadie puede contraer un matrimonio indisoluble, para siempre. Se piensa que el matrimonio es provisional, porque se lo puede disolver a voluntad y esta posibilidad se convierte en una convicción; como consecuencia se crea una ambigüedad notable respecto de lo que significa el matrimonio como realidad estable”.

Mons. Aguer destacó que “el origen de esta fragilidad” se debe encontrar “en la preparación, en lo que antes se llamaba el noviazgo. Y digo antes porque el noviazgo ha cambiado de carácter; en estos tiempos se suele usar ese término, pero no para referirlo a un tiempo serio de amistad, de profundización en el conocimiento mutuo en orden al compromiso matrimonial”.

¿Solo el amor basta?

Seguidamente, el Arzobispo comentó que “la gente, al parecer, se casa por amor” y se preguntó “¿qué significa ese amor?” señalando que “muchas veces excluyen totalmente las razones que fundamentan la decisión” y si bien aclaró no había de establecer “una oposición entre casamiento por amor y casamiento por razón” aseguró que el matrimonio debe pensarse como “un proyecto de vida, pensado y asumido en común, para ser vivido con amor fiel y fecundo”.

“El amor puramente romántico o pasional, sin un proyecto de vida común, no puede durar y queda librado al vaivén de las circunstancias, de las emociones, de los intereses. Quizás es éste uno de los problemas fundamentales que hoy en día ponen en jaque la estabilidad y solidez de la familia. No dura porque esa unión no estaba destinada a durar”.

Finalmente rescató como una “cosa importantísima” la paciencia explicando que “los amores más grandes se prueban en la convivencia cotidiana, es entonces allí donde hay que limar asperezas, hay que remendar continuamente los agujeritos que se abren en la relación. Es preciso ir ajustando la convivencia, lo cual supone esfuerzo en la modificación de caracteres, en la armonización de inquietudes y de intereses

Crisis de autoridad dentro de la familia


Por
© Roberta Maso-Fleischman, Ph.D.

El manejo de la autoridad de nuestras familias hispano-hablantes ha sido tradicionalmente autocrático. El padre y la madre imponen las normas, ellos corrigen y castigan o premian. Pero el padre es el que tiene la última palabra, en él reside la responsabilidad económica y social y moral de la familia.

Este es un modelo que ha funcionado durante siglos y todavía funciona en muchas familias. ¿Cuáles son las ventajas del estilo autocrático? El poder y la responsabilidad están concentrados en el padre y la madre, no se comparten con los hijos; es una manera rápida y económica de manejar la familia, siempre y cuando los hijos sean obedientes o sometidos. ¿Y cuales son sus desventajas?
Cuando todo depende de Papá y Mamá, los niños tienen poca oportunidad para tener iniciativa y a participar. Los niños no han aprendido como funcionar en grupo, a cooperar o a contribuir con ideas nuevas. Solo saben obedecer y a responder al miedo que sienten frente a las exigencias y a los castigos de Papá y Mamá.

Pero hay familias donde este estilo autocrático ha dejado de funcionar. Estas son familias donde el estilo autocrático se ha resquebrajado y los padres no han encontrado todavía la manera para que los niños asuman sus responsabilidades, sean obedientes y cumplan con las normas de la familia. Estas son familias donde nadie está contento y donde hay mucha tensión o 'stress'. Son familias donde surgen constantemente pequeñas crisis de autoridad y, a veces, a crisis más grandes. Los padres no saben que hacer, porqué sienten que están perdiendo el control sobre los niños y temen perderlo completamente.

Lo primero que les voy a decir es que las crisis son buenas y son sanas, siempre y cuando tengamos la fortaleza de encararlas y examinarlas. Las crisis son buenas porqué nos obligan a darnos cuenta que la familia no está bien y son sanas porqué nos obligan a actuar, a cambiar.

¿Qué hacer? Ante todo, no se descorazonen.

Recuerden que en una familia con un estilo autocrático los niños aprenden a obedecer y/o a rebelarse, sin embargo no hay lugar para la participación y cooperación. Es un estilo que no promueve la verdadera fortaleza emocional y espiritual, ni la responsabilidad, y el tipo de liderazgo que los niños aprenden es un liderazgo opresor y no uno que invita la iniciativa y la creatividad del grupo. Los niños que crecen en un ambiente autocrático tienen dificultad para ajustarse luego al mundo moderno.

Segundo, ¿cómo cambiar cuando hay crisis de autoridad en la familia? El cambio que les propongo es un cambio hacia un manejo más democrático de la disciplina en el hogar.

No se asusten, no estoy hablando de una ausencia de normas, ni siquiera una disminución de normas. No. A lo que me refiero es que en vez de que las normas vengan impuestas desde arriba, por los padres, estas normas van a surgir de los diferentes miembros de la familia, de los miembros que las tienen que cumplir.

Habrá que decirles a sus hijos que van a tener una reunión muy especial para discutir cosas muy importantes. Luego les dirán que Uds. quieren discutir las normas de su familia entre todos y que cada uno (incluyendo a Mamá y Papá) va a decir cuales son sus responsabilidades y las normas que tiene que cumplir. Además, cada uno va a pensar y a decir cuales van ser las consecuencias al no cumplir con una responsabilidad o norma.

Habrá que explicarles también que en una familia cada uno tiene su espacio y que a medida que uno va creciendo cada uno también necesita de un tiempo para estar solo, para leer, estudiar, pensar o jugar y que ésto tiene que ser respetado por los otros.

En otras palabras, se van a discutir las responsabilidades y las normas que tienen que cumplir todos los miembros de la familia y las consecuencias al no cumplirlas, se va a hablar del espacio y del tiempo de cada quien, desde el padre hasta el más pequeño.

¿Se dan cuenta de lo que les estoy proponiendo? ¿Entienden que les estoy sugiriendo que compartan el poder y la autoridad con sus hijos; que la familia ha tradicionalmente colocado en los padres? ¿Y comprenden de que si las responsabilidades y las normas de cada quien son discutidas y no impuestas, los niños se van a sentir co-responsables, se van a sentir muy importantes, se van a sentir tomados en cuenta y van a estar listos para asumir sus responsabilidades?

A través de este sistema Uds., los padres, están promoviendo la cooperación de sus hijos, su auto responsabilidad, su iniciativa, la comprensión de las necesidades de las normas, la comprensión de la necesidad del respeto hacia el otro, respeto por su espacio y respeto por su tiempo.

ADVERTENCIA. Si deciden incursionar por esta vía, háganlo muy seriamente, porqué sus hijos sí lo van a tomar muy a pecho, y no hay que defraudarlos.

Pregúntense:

¿Están dispuestos a compartir con sus hijos el poder que ejercen en su familia?


¿Tienen confianza en la capacidad de sus hijos de contribuir con la familia y de aceptar sus responsabilidades?


¿Creen que pueden lograr un cambio en su familia?


¿Está Ud., Mamá, comprometida con esta manera distinta de manejar su familia?


¿Está Ud., Papá, comprometido con esta manera distinta de manejar su familia?
Si la contestación es negativa a algunas de estas preguntas... Uds. no están listos todavía.

¿Cuales son los beneficios para Uds., padres? Van a dejar de ser papás policías. Van a sentir como si un gran peso se les hubiera quitado de los hombros. Habrá una gran inyección de energía en la familia. Los niños se mostrarán interesados, porqué tendrán una misión que cumplir, su lugar en la familia está claro y estarán ansiosos de cooperar..... ¿Les parece que todo ésto suena imposible, idílico? ¡No lo es! ¡Uds. no tienen idea de las reservas y las capacidades que tienen sus hijos y como responden al sentirse tomados en cuenta!


La Reunión Familiar
El eje central de esta nueva manera de estar y convivir en familia es la reunión familiar. Si no han leído "Las Decisiones en Familia" los invito a que lo hagan ahora, antes de seguir, ya que lo que expongo a continuación está basado en ese texto.

ADVERTENCIA: La Reunión Familiar no es una estrategia o actividad únicamente para las familias con crisis de autoridad. La Reunión Familiar es para cualquier familia porqué hace de la vida en familia algo más placentero, los padres pueden abandonar un poco su rol de fiscales del orden y utilizar esa energía en cosas más gratas. No obstante, para las familias con crisis de autoridad, que ya están al borde, que ya no saben que hacer, La Reunión Familiar es un regalo y un alivio después de tanto luchar y después de tantas tensiones.

¿Cuándo y cómo empezar? Una vez que Uds., Papá y Mamá, estén seguros de que quieren emprender este camino, empiecen. Seleccionen un día de la semana y una hora que van a apartar regularmente para La Reunión Familiar. La Reunión Familiar no solo tiene que formar parte de la rutina semanal de su familia sino que poco a poco se va a convertir en una actividad muy especial e importante.

Hay que escoger un lugar donde todos se puedan sentar cómodamente, en círculo y al mismo nivel. Durante la duración de La Reunión Familiar no se van a permitir interrupciones de llamadas de teléfono, beepers, etc. Elijan un nuevo líder y un secretario para cada reunión, y cada reunión tiene su agenda (en la primera reunión el líder tendrá que ser el padre o la madre y si los hijos no saben escribir, la función de secretario y el mantenimiento de la agenda recae sobre la madre o el padre.)

En la primera reunión van a explicar el propósito de La Reunión Familiar, traten de que el tono no sea ni grave, ni amenazante o autoritario. Recuerden que tienen que crear un ambiente donde el niño se sienta con la libertad de poder expresarse. Recuerden que Uds., Papá y Mamá, son unos miembros más del grupo, sujetos a las mismas reglas. Es muy importante que La Reunión Familiar no sea muy larga, para que los niños no se fastidien, y que termine con un tono muy positivo, donde cada quien le diga a los otros miembros de la familia lo que le gusta de ellos o porqué los quiere. En la primera reunión no van a poder discutir todas las normas de la familia ni todas las responsabilidades de cada quien, así que empiecen examinando algunas nada más y dejen el resto para las siguientes reuniones.

¿Qué edad tienen que tener los niños para participar? Cuando el niño o niña más grande tenga 4 o 5 años es una buena edad para empezar. Los otros más pequeños se van integrando paulatinamente. La Reunión Familiar es una muy buena actividad para introducirla y empezarla cuando los niños están entre los 4 y los 12. Cuando los hijos son adolescentes es más difícil convencerlos de las bondades y de la necesidad de La Reunión Familiar.

¿Cuales son las ventajas de este método? Además de aliviar las tensiones en la familia, están preparando a sus hijos a funcionar en un mundo moderno.

La sociedad de hoy en día es mucho más flexible que la de otras generaciones. Nos permite cumplir distintos roles, a veces somos partes de un equipo y contribuimos a su funcionamiento, crecimiento y producción, otras veces estamos al frente de un grupo, guiándolo, animándolo, buscando una nueva dirección o solución. Estos roles se pueden dar en las diferentes facetas de nuestras vidas, se pueden dar en la escuela, como se pueden dar en la universidad, en el trabajo, en los deportes, hasta dentro de nuestro círculo de amigos.

¿Cómo preparar y educar a nuestros hijos para que se inserten y funcionen con éxito a la sociedad actual; cómo enseñarlos a funcionar en grupo, a participar y a liderizar? Pues en la familia. Aparte de alimentarlos, vestirlos, protegerlos, quererlos mucho, enseñarles nuestros valores y algunos modales, nuestra labor como padres es prepararlos para el mundo moderno.

Y desde pequeños podemos preparar a nuestros hijos a participar en grupo, a tener iniciativa, a ser responsables, a cooperar, ser creativos y a ser líderes. Esto se puede lograr a través de La Reunión Familiar y si el padre y la madre están dispuestos a compartir un poco de su autoridad y su poder con sus hijos.


El compromiso y el apoyo del jefe de familia para llevar a cabo la Reunión Familiar es de primordial importancia para poder lograr el cambio.

En una familia que está constituida por un padre, una madre e hijos, si el padre no cree que el cambio sea posible, no vale la pena intentar hacer la reunión familiar. La aprobación y el compromiso del padre son básicos para lograr cambio y para el éxito de este nuevo estilo de convivir en familia. Su visto bueno y su empeño son necesarios para que su esposa y sus hijos sigan su ejemplo y se arriesguen a probar esta nueva manera de estar en familia.

Si la familia está constituida por una madre sola o un padre solo e hijos, el cambio esta garantizado porqué la figura de autoridad es una sola, y madre o padre, solos, son los que añoran el cambio y lo introducen.