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lunes, 9 de marzo de 2009

Aprenda a decir no

Aprenda a decir no, por Oscar Alberto Manzano

¿Es usted de esas personas que no saben decir no? Si lo piensa, se dará cuenta de que la mayoría de las veces ni siquiera era algo que iba con usted. Sin embargo, parece que siempre le toca “cargar con el muerto”, como suele decirse vulgarmente.


“Por favor ayúdanos a prepararlo, que eres quien mejor lo hace”, “es que eres tan bueno en esos temas que necesitamos tu ayuda”, “ya verás lo bien que lo pasarás, realmente es lo que necesitas en estos momento para desconectar un poco”, “es una buena oportunidad para ti, ya verás cómo te trae un gran beneficio”, etc.

Si está usted más que acostumbrado a este tipo de solicitudes sin ser capaz de decir no, pertenece al grupo de personas al que me estoy refiriendo. Son aquellas a las que las solicitudes se van sucediendo una detrás de otra sin descanso.

Lo que este tipo de costumbres conlleva es que ya en muchos casos ni siquiera será una petición, sino que más bien asumirán que usted se va a hacer cargo, desentendiéndose ellos de la responsabilidad.

Sí que es cierto que hay que tener disponibilidad ante las cosas y arrimar el hombro, tanto en el trabajo, la familia, amigos, etc. pero sin que la responsabilidad recaiga siempre en usted.

Este tipo de personas suelen ser más sensibles ante las necesidades ajenas que las propias, lo que les lleva en muchos casos a descuidar sus propios intereses en beneficio de los intereses ajenos. Para ellos, el ser capaces de decir no, puede ser una auténtica trampa.

Cuando se les pregunta a estas personas qué es lo que les impide negarse a los requerimientos de los demás, las respuestas suelen ser muy variadas. Hay quien alude a razones relacionadas con el sentimiento y la aceptación: “Si les digo que no me siento fatal, o quizá no me acepten o no les guste, así que siempre digo que sí”. Hay otros que lo hacen por costumbre, por la educación que han recibido:” Desde pequeño me han enseñado que decir no es de mala educación”. Y para terminar, otros muchos lo hacen por ellos mismos, para demostrar que son capaces de todo: “Me gusta hacerlo, ayuda a que mi ego aumente, y demuestro que puedo con todo”.

Estas personas tienen que aprender a establecer unos límites que les permitan descargarse de todas aquellas cosas que no les corresponden. Tienen que limitar esa tendencia que manifiestan a decir sí a todo, o casi todo, sobre todo si la carga que asumen es excesiva en tiempo y responsabilidad.

Este exceso de responsabilidad repercute tanto en su tiempo libre como en su calidad de vida. Ese tiempo extra que invierten en todos esos asuntos lo restan del que les correspondería para dedicarse a sus propios asuntos, un tiempo que necesitan como todo el mundo.

Esa tendencia que tienen a decir sí, lógicamente les lleva a decir no, en algún otro asunto, que quizá en un principio suponía una prioridad que ha sido relegada.

Con esto no quiero decir que haya que dejar de prestar nuestra ayuda a otras personas, o dedicarnos a causas que valgan la pena, sino que hay que ser capaces de organizarse, para que no nos reste demasiado tiempo a aquellas cosas que son importantes en nuestra vida.

Cuando decimos que no, no estamos rechazando a la persona, lo que estamos rechazando es esa solicitud concreta.

Para todas aquellas personas a las que les cueste un poco más decir no, voy a detallar una de las formas más adecuadas para hacerlo: sin interrumpir a su interlocutor escuche lo que le solicita. No espere a dar su respuesta, si es que no, es que no. Las justificaciones vienen después, no antes. En esta justificación trate de ser breve pero claro, y siempre haciendo referencia solamente a usted. Y para finalizar trate de ayudarle buscando alguna alternativa, cuando sea posible, alternativa que satisfaga las necesidades del otro.

Al decir que no, no tenemos que sentirnos culpables. Hay que hacerlo con firmeza y sin remordimientos, cuando se puede bien, cuando no, también.

Nunca se pueden satisfacer todas las solicitudes, así que hay que aprender a desarrollar esa capacidad para discernir en cuáles sí, y en cuáles no podemos participar y ayudar.

Y siempre con confianza y seguridad.

viernes, 10 de octubre de 2008

ENFERMEDAD MENTAL


El aspecto Físico y la enfermedad Mental, Enfoque TerapéuticoVanesa Aliseda Monjas, monitora. Paula Morales García, terapeuta ocupacional.(Centro de Rehabilitación Psicosocial de Alcobendas. Acción y Gestión Social Grupo 5).
Actualmente en la sociedad nuestra forma de vestir, nuestro aspecto, nuestra forma de comportarnos… influyen en la imagen que los demás tienen de nosotros. Para tratar de mostrar una buena imagen invertimos tiempo, dinero, atención… acomodándonos a lo que socialmente está aceptado y está bien visto.
Las características de algunas enfermedades mentales, llevan a las personas que las padecen a tener comportamientos distintos a lo esperado. Esto es, a aislarse, disminuir sus contactos sociales, disminuir su actividad diaria y todo ello les lleva a que muestren una imagen de si mismos deteriorada: descuido de la higiene diaria, de la forma de vestir, de peinarse de ir de acuerdo con lo que la comunidad en la que viven considera “normal”.Esta situación lleva en muchos casos a deteriorar no solo el aspecto, lo externo, sino lo que uno piensa de sí mismo y las atribuciones que los otros pueden hacer respecto a uno. Por este motivo, desde el CRPS (Centro de Rehabilitación Psicosocial) se aborda la imagen, proponiéndose distintos objetivos:
Integrar su imagen corporal:
Cuidar de la imagen externa: higiene, olor, limpieza de la ropa, estilo propio,…
Integrar su imagen: lo que soy lo observo, lo siento.
Aceptar su imagen: lo que soy versus lo que me gustaría.
Despertar interés por mantener una imagen agradable para uno mismo: el resultado social y personal de cuidarse, verse bien y sentirse cómodo con su imagen.
Utilizar elementos para el cuidado de la imagen de forma apropiada: productos, ropa, complementos, aparatos, trucos…
Explorar y modificar su propia imagen según sus gustos y preferencias: lo que se puede cambiar, lo que se quiere cambiar, perder el miedo a lo nuevo y disfrutar de ello.
Proporcionar espacios dónde contextualizar: ambiente, cultura,…
Las personas susceptibles de participar en este programa, pueden tener diferentes perfiles y diagnósticos, aunque sí tienen algo en común, esto es, la distorsión de su propia imagen.
Esta distorsión no es igual en todos los casos, en algunos la imagen está claramente supravalorada, mientras que en otros la distorsión tiende más hacia la infravaloración, pero en todos ellos observamos que cumple una función para el mantenimiento de sus roles y desempeño en la vida cotidiana.
El programa se trata no solo desde un punto de vista, sino desde lo que para nosotras es el conjunto del cuidado de la imagen: desde el punto de vista físico y estético (aspecto, ejercicio,…), desde el punto de vista nutricional (alimentación, hábitos…) y desde el punto de vista de la autopercepción (valores, intereses, autoestima…). Este sistema facilita la implicación y la expectativa de los participantes a lo largo del programa. Es decir, el tratamiento de la imagen desde distintos frentes consigue conectar en alguno de los temas con cada uno de los usuarios y despertar el interés por otros desconocidos hasta el momento.
Del mismo modo se tiene en cuenta la dificultad que tienen estas personas para producir cambios en relación a todos los aspectos de su vida, y concretamente en su imagen. Su trayectoria vital no ha facilitado la posibilidad de explorar Intentamos trabajar la imagen desde los valores e intereses propios de cada individuo, tratando de buscar que cada persona llegue a conocerse y explorarse, hasta que defina la imagen de sí mismo que desea tener y quiere mostrar.
Aspectos interesantes a tener en cuenta a la hora de intervenir:
La relación de la imagen con el proceso de duelo. Desde el principio tuvimos claro que teníamos que trabajar aspectos que iban a producir distintos tipos de respuesta: dolor, desconcierto, rechazo…, por ello tenemos que conseguir mitigar estas respuestas con dinámicas que tengan connotaciones agradables, de bienestar…
La idea es trabajar con cada uno de los usuarios el cambio, ese ajuste entre el antes de la enfermedad y el después, la integración de lo diferente, que en este caso es uno mismo, hacer el “duelo”de mi propia imagen antes y de quién soy y mi imagen ahora.
La motivación para el cambio. “Levantarme por la mañana, mirarme al espejo, acudir puntual al programa y escuchar OTRA VEZ: Tienes que cambiar”. Es fundamental que la motivación para el cambio esté en uno mismo, y no condicionada por familiares, profesionales, etc. Por ello es necesario el trabajo previo individual para conseguir interiorizar la necesidad de cambio.
Contextualizar. Otro aspecto importante es que a la vez que se consigue la motivación suficiente para iniciar cambios, se consiga que éstos tengan un contexto en el cual desarrollarse. Cada individuo está situado en un lugar específico dentro del ambiente: social, familiar… El papel que deben desempeñar debe definirse para lograr que la persona decida arreglarse, maquillarse, explorar su imagen, obtener el refuerzo necesario para que el cambio se mantenga y conseguir así participar de la construcción de esa nueva imagen interna. Por ello el programa se desarrolla no sólo dentro del centro de rehabilitación sino también fuera, acudiendo a centros comerciales, lugares de ocio….
Para finalizar, las profesionales que trabajamos este aspecto, queremos haceros partícipes de lo que supone para nosotras esta experiencia. En primer lugar ha sido una oportunidad para explorar, nos ha permitido plantearnos otras formas de entender a la persona, mirarla desde otro lugar y tratarla desde un punto de vista más completo. Además nos ha ayudado a empatizar más, a entender el miedo a sentirse y verse diferente, entendiendo que ellos ya son “diferentes” y que esta diferencia supone, en la mayor parte de los casos, mucho sufrimiento. Por último, reseñar el valor que para nosotras tiene esta experiencia, en la que se consigue una buena complementariedad de las aportaciones de las disciplinas de la Terapia Ocupacional y la Educación Social.
No somos solo lo que vemos, pero lo que vemos nos hace pensar en lo que somos.