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sábado, 24 de mayo de 2014

EMOCIONES POSITIVAS

OPTIMISMO
El optimismo es una de las fortalezas que proporciona
mayor bienestar (Peterson, 2000; Schneider,
2001; Lyubomirshy, 2001), lo cual se relaciona con
las expectativas que las personas tienen acerca del
futuro (Carver y Scheier, 2001), es una disposición
o creencia estable y generalizada de que ocurrirán
cosas positivas (Scheier & Carver, 1987). El optimismo
implica un sentido de control personal así
como la habilidad para encontrar sentido a las experiencias
de la vida y se asocia a una mejor salud
mental (Seligman, 1998). Se ha encontrado que
esta variable tiene efectos favorables sobre el curso
de la enfermedad, aumenta la sobrevida en pacientes
terminales e incide sobre la percepción de
bienestar y salud en general (Seligman & Vailant,
1998; Scheier & Carver, 2001).
De acuerdo con estudios realizados, el optimismo
disposicional se relaciona, de manera positiva, con
las estrategias de afrontamiento favorables (planificación,
reinterpretación positiva y crecimiento
personal, afrontamiento focalizado en el problema
y afrontamiento adaptativo) y, de manera negativa,
con estilos de afrontamiento considerados
desadaptativos (centrado en las emociones, negación,
distanciamiento conductual, consumo de sustancias
y afrontamiento) (Chico, 2002). De acuerdo
con lo anterior, los sujetos optimistas suelen
presentar mejores habilidades de resolución racional
de problemas (Diener & Lucas, 1999).
Así mismo, se ha observado que las personas con
serios problemas de salud que presentan una per
cepción optimista de la enfermedad tienen una vida
más prolongada, y reportan mejor calidad de vida
que aquellos que asumen su condición de manera
pesimista (Taylor, Kennedy, Reed, Bower &
Gruenewald, 2000). Acorde con lo anterior, las
personas pesimistas presentan mayor deterioro en
su estado de salud y bienestar, mientras que la
orientación optimista se asocia con resistencia a
la enfermedad y resultados más favorables en la
evaluación de su salud (Peterson, Maier & Seligman,
1993).
Las personas felices son más sociables, y existe
motivo para pensar que su felicidad se debe a un
alto nivel de socialización satisfactoria (Seligman,
2005). La investigación ha mostrado que enseñar
optimismo a los niños puede ser efectivo para prevenir
en ellos síntomas depresivos utilizando el
entrenamiento cognitivo y la terapia de resolución
de problemas sociales (Jaycox, Reivich, Guillham
& Seligman 1994; Seligman, Reivich, Jaycox, &
Guillham, 1995). Contrariamente, las personas
pesimistas tienen ocho veces más posibilidades de
deprimirse cuando se presentan contratiempos,
rinden menos en los estudios, en los deportes y en
la mayoría de los trabajos, tienen peor estado de
salud, de una vida más corta y mantienen relaciones
interpersonales más inestables (Seligman,
2005).
De acuerdo con un estudio realizado por Diener y
Seligman (2002) las personas que puntuaron alto
en una escala de felicidad fueron más sociables y
mantuvieron relaciones afectivas y sociales más
estables, que las personas que puntuaron bajo en
la misma escala. Así mismo obtuvieron mayores
puntajes en la escala de extraversión y menores
en la de neuroticismo, también, puntuaron más
bajo en algunas escalas de psicopatología de acuerdo
con el MMPI. Los resultados de este estudio sugieren
que las personas más felices tienen un sistema
emocional funcional que les permite reaccionar
apropiadamente ante los eventos de la vida.