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lunes, 31 de marzo de 2014

PSICOLOGIA HUMANISTA

 Abraham Maslow
Abraham Maslow (1908-1970) es una de las figuras más conocidas del movimiento de la
psicología humanista; su influencia y su prestigio le llevaron a ser elegido en 1968 presidente
de la American Psychological Association. Comparte con otros representantes del movimiento
humanista el intento de formular un sistema holístico abierto a la variedad de la experiencia
humana y, por tanto, el rechazo al establecimiento de un método único para acercarse a esta
diversidad. Nunca está de más insistir, en un campo a menudo tan infantilmente excluyente
como el nuestro, que la crítica a sistemas como el conductismo o el psicoanálisis no supone la
exclusión o negación de dichos sistemas sino el señalamiento de sus limitaciones.
Concretamente, Maslow propone que se integren en sistemas más amplios, evitando sobre
todo la tendencia, en sus palabras, inmadura y dicotómica de ser, por ejemplo, freudiano o
anti-freudiano: “soy freudiano, soy conductista y soy humanista” dejó escrito en uno de sus
últimos trabajos.
Posiblemente, una de las peculiaridades del trabajo de Maslow sea su interés por las personas
humanamente excepcionales, lo cual puede marcar una diferencia con los sistemas que han
obtenido sus datos de la patología o con los que los obtienen de la norma. De este modo, se
trataría de ir conformando una visión de la humanidad que muestra lo que el hombre puede
llegar a ser. El modo en que se actualiza ese llegar a ser, tanto como el modo en que se puede
frustrar y sus consecuencias centraron el interés de Maslow.
A partir de lo anterior se entiende que el concepto central en la psicología de Maslow sea el de
autorrealización, entendida como culminación de la tendencia al crecimiento que Maslow
define como la obtención de la satisfacción de necesidades progresivamente superiores y,
junto a esto, la satisfacción de la necesidad de estructurar el mundo a partir de sus propios
análisis y valores.
Con relación al tema de la satisfacción de necesidades, Maslow establece su jerarquía de
necesidades, quizá la más conocida de sus aportaciones. Maslow rechazaba las teorías de la
motivación que partían de determinantes únicos de la conducta proponiendo una teoría de
determinantes múltiples jerárquicamente organizados. Esta organización sería como sigue:
En el primer nivel estarían las necesidades fisiológicas (comida, agua, sueño, etc.),
necesidades que aún perteneciendo a este nivel tan básico tienen un componente de
individualidad. Si estas necesidades fisiológicas son razonablemente satisfechas aparece el
segundo nivel de necesidades: las necesidades de seguridad. Del mismo modo el siguiente
nivel sería el de necesidades de pertenencia y amor; Maslow consideraba que la frustración
en este nivel es el principal trasunto de los problemas humanos de ajuste. El siguiente nivel
sería el de necesidades de estima, que incluiría la necesidad de sentirse competente, de ser
reconocido por los propios logros y de sentirse adecuado. Finalmente, el hombre se abre a las
necesidades de desarrollo de autorrealización, definida más arriba, como necesidades tan
integrantes del ser humano como las primeras.
El proceso que lleva a la autorrealización culmina en lo que Maslow (1962) llama
“experiencia cumbre”, aquello que se siente cuando se alcanza una cota como ser humano,
un estar aquí y ahora “perdido en el presente”, con la conciencia de que lo que debería ser, es.
Para Maslow, estas experiencias son perfectamente naturales y fácilmente investigables
(aunque no especifica cómo) y nos enseñan sobre el funcionamiento humano maduro,
evolucionado y sano. Maslow identifica la sanidad, la autorrealización y la creatividad.
Cuando el proceso hacia la autorrealización se corta, aparecen reacciones desanimadoras,
compensatorias o neuróticas y la conducta se focaliza hacia la evitación impidiendo el
desarrollo autónomo. Maslow propone una concepción de la patología, relacionando la
privación de los Valores del ser (o Valores-B, del inglés “being”=ser) con la aparición de
determinadas alteraciones, que él llama metapatologías y que entiende como disminuciones de
lo humano. Por ejemplo, cuando el Valor-B “verdad” es privado patógenamente y sustituido
por deshonestidad, la metapatología específica que aparece es la incredulidad, desconfianza,
cinismo o recelo.