sábado, 24 de mayo de 2014

EMOCIONES POSITIVAS

OPTIMISMO
El optimismo es una de las fortalezas que proporciona
mayor bienestar (Peterson, 2000; Schneider,
2001; Lyubomirshy, 2001), lo cual se relaciona con
las expectativas que las personas tienen acerca del
futuro (Carver y Scheier, 2001), es una disposición
o creencia estable y generalizada de que ocurrirán
cosas positivas (Scheier & Carver, 1987). El optimismo
implica un sentido de control personal así
como la habilidad para encontrar sentido a las experiencias
de la vida y se asocia a una mejor salud
mental (Seligman, 1998). Se ha encontrado que
esta variable tiene efectos favorables sobre el curso
de la enfermedad, aumenta la sobrevida en pacientes
terminales e incide sobre la percepción de
bienestar y salud en general (Seligman & Vailant,
1998; Scheier & Carver, 2001).
De acuerdo con estudios realizados, el optimismo
disposicional se relaciona, de manera positiva, con
las estrategias de afrontamiento favorables (planificación,
reinterpretación positiva y crecimiento
personal, afrontamiento focalizado en el problema
y afrontamiento adaptativo) y, de manera negativa,
con estilos de afrontamiento considerados
desadaptativos (centrado en las emociones, negación,
distanciamiento conductual, consumo de sustancias
y afrontamiento) (Chico, 2002). De acuerdo
con lo anterior, los sujetos optimistas suelen
presentar mejores habilidades de resolución racional
de problemas (Diener & Lucas, 1999).
Así mismo, se ha observado que las personas con
serios problemas de salud que presentan una per
cepción optimista de la enfermedad tienen una vida
más prolongada, y reportan mejor calidad de vida
que aquellos que asumen su condición de manera
pesimista (Taylor, Kennedy, Reed, Bower &
Gruenewald, 2000). Acorde con lo anterior, las
personas pesimistas presentan mayor deterioro en
su estado de salud y bienestar, mientras que la
orientación optimista se asocia con resistencia a
la enfermedad y resultados más favorables en la
evaluación de su salud (Peterson, Maier & Seligman,
1993).
Las personas felices son más sociables, y existe
motivo para pensar que su felicidad se debe a un
alto nivel de socialización satisfactoria (Seligman,
2005). La investigación ha mostrado que enseñar
optimismo a los niños puede ser efectivo para prevenir
en ellos síntomas depresivos utilizando el
entrenamiento cognitivo y la terapia de resolución
de problemas sociales (Jaycox, Reivich, Guillham
& Seligman 1994; Seligman, Reivich, Jaycox, &
Guillham, 1995). Contrariamente, las personas
pesimistas tienen ocho veces más posibilidades de
deprimirse cuando se presentan contratiempos,
rinden menos en los estudios, en los deportes y en
la mayoría de los trabajos, tienen peor estado de
salud, de una vida más corta y mantienen relaciones
interpersonales más inestables (Seligman,
2005).
De acuerdo con un estudio realizado por Diener y
Seligman (2002) las personas que puntuaron alto
en una escala de felicidad fueron más sociables y
mantuvieron relaciones afectivas y sociales más
estables, que las personas que puntuaron bajo en
la misma escala. Así mismo obtuvieron mayores
puntajes en la escala de extraversión y menores
en la de neuroticismo, también, puntuaron más
bajo en algunas escalas de psicopatología de acuerdo
con el MMPI. Los resultados de este estudio sugieren
que las personas más felices tienen un sistema
emocional funcional que les permite reaccionar
apropiadamente ante los eventos de la vida.

Psicologia positiva

La psicología positiva busca particularmente vivir plenamente y alcanzar un funcionamiento óptimo.
  • Es importante que en los lugares de trabajo se dé la posibilidad  de que la gente no sea interrumpida. Por ejemplo, creando la cultura de la que se pueda poner un papelito en la puerta que diga “estoy concentrándome, vuelva en una hora”.
  • Que las empresas ofrezcan la posibilidad de hacer ejercicio, pues uno de los mejores antídotos contra el estrés es el movimiento físico (se pueden ofrecer clases de aerobics o minutos de estiramientos). En empresas donde se ofrecen clases de meditación mejora el rendimiento de los trabajadores y es más bajo el ausentismo. }
  • Además se pueden promover las experiencias de “flow” en el trabajo, identificando cuáles son las cualidades de los trabajadores y tratar de que sus tareas presenten un reto adecuado para que no se aburran ni se frustren.
  • Las personas que trabajan con un amigo generalmente reportan ser más felices, por ello la importancia de las relaciones interpersonales en el trabajo. Es de gran ayuda promover un clima de aprecio en el que se valore lo que cada persona hace.
  • Las madres que trabajan están especialmente estresadas por la doble jornada y lo difícil que es dejar al niño, se ha visto que las empresas que les brindan horarios especiales o instalan guarderías tienen trabajadoras más productivas,  menos estresadas y con mayor satisfacción laboral. 
  • Una persona contenta tiene mejor estado de salud, resistencia antes las infecciones, resultados laborales positivo y hasta mayor longevidad, por eso el bienestar psicológico no es algo trivial.
  • Se ha visto que el trabajo influye más en la vida familiar que al revés.
  • Para obtener experiencias de “flow” (flujo de la conciencia) en el trabajo es necesario tener metas claras, contar con los pasos a seguir y una retroalimentación inmediata. Cuando se recibe una retroalimentación, se pueden realizar ajustes que ayuden a mantener mayor concentración. Si pasa mucho tiempo entre la actividad y la retroalimentación es menos probable que pueda  tenerse una experiencia de “flow”.
  • El tráfico es uno de los factores que afecta en mayor grado la felicidad. Se ha visto que las personas que pasan más de media hora son menos felices.
  • Es importante hacer ejercicio de manera sistemática, practicar formas de relajación, hobbies, dedicar un tiempo todos los días a uno mismo. Las formas de relajación no deben implicar el abuso de sustancias para no ponerse en riesgo.
  • Cultivar las relaciones interpersonales es una vacuna contra enfermedades, así como disfrutar cosas comunes: comida, conversaciones, canciones, hacer cosas que se disfruten.
  • El ayudar a los demás, con actividades filantrópicas que hagan no estar centrado en uno mismo, también ayudan a disminuir el estrés y genera  satisfacción con uno mismo.
Una persona balanceada en todos los aspectos de su vida se encuentra más satisfecha  y feliz, pero además ayuda a evitar estrés y por tanto futuros problemas con el corazón.

Las cinco grandes categorías de la personalidad


Extroversion:
Locuaz, atrevido, activo, bullicioso, vigoroso, positivo, espontáneo, efusivo, enérgico,
entusiasta, aventurero, comunicativo, franco, llamativo, ruidoso, dominante, sociable.
Afabilidad:
Calido, amable, cooperativo, desprendido, flexible, justo, cortés, confiado, indulgente,
servicial, agradable, afectuoso, tierno, bondadoso, compasivo, considerado, conforme.
Dependencia:
Organizado, dependiente, escrupuloso, responsable, trabajador, eficiente, planeador,
capaz, deliberado, esmerado, preciso, practico, concienzudo, serio, ahorrativo,
confiable.
Estabilidad emocional:
Impasible, no envidioso, relajado, objetivo, tranquilo, calmado, sereno, bondadoso,
estable, satisfecho, seguro, imperturbable, poco exigente, constante, placido, pacifico.
Cultura o inteligencia:
Inteligente, perceptivo, curioso, imaginativo, analítico, reflexivo, artístico, perspicaz,
sagaz, ingenioso, refinado, creativo, sofisticado, bien informado, intelectual, hábil,
versátil, original, profundo, culto.


CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.




CEREBRO CREATIVO Y LÚDICO
Carlos Alberto Jiménez V.*
Magíster en comunicación educativa –
Profesor Titular Universidad Libre - Pereira

PALABRAS CLAVE: Lúdica, Creatividad, Moléculas de la emoción, Endorfinas, Cerebro, Homeóstasis, Neuroplasticidad, Cognición.

RESUMEN     

El cerebro humano es un órgano biológico  y social, encargado de todas las funciones y procesos que tienen que ver con el pensamiento, la creatividad, la intuición, la imaginación, la lúdica, las emociones, la conciencia y otra infinidad  de procesos cognitivos y cognoscitivos  que le permiten al cerebro ser un sistema creativo y altamente complejo,  encargado de  elaborar y reelaborar cosas nuevas a partir de las experiencias que tienen los sujetos con su entorno-lúdico- social-cultural. En síntesis, el cerebro humano es un órgano dotado de habilidades para pensar, actuar, percibir, aprender, saber  y amar.

INTRODUCCIÓN

Para nadie es un secreto que aprendemos con mucha facilidad aquello que nos produce goce y disfrute, a través de herramientas lúdicas de aprendizaje, ojalá acompañadas por el afecto y la comprensión que requiere el acto educativo. De esta forma natural los alumnos se acercan más al conocimiento y a la felicidad que producen dichos eventos. Para Rodolfo Llinás “Al cerebro lo que más le encanta es entender” (2008). Desde esta perspectiva la Educación debe ser interpretada como un proceso lúdico para fomentar la cooperación y la solidaridad, especialmente en el desarrollo de actitudes compasivas y altruistas, y no de procesos de carácter competitivo – conductual, en los cuales la utilización de modelos de comunicación unidireccionales originan que la escuela se convierta en un espacio de tedio y aburrimiento, el cual no es propicio para el aprendizaje y mucho menos para la comprensión.  Es preciso insistir que la función de la Educación es guiar la transformación del niño en persona adulta, que desarrolle acciones responsables para una determinada sociedad, para lo cual no es necesario un cambio de paradigma, sino un cambio de actitud del maestro desde una concepción lúdica – creativa. 

LUDICA Y CREATIVIDAD
La lúdica debe de ser comprendida como experiencia cultural y no solamente ligada al juego. Ahora bien, las experiencias lúdicas son dimensiones  transversales  que atraviesan toda la vida, no son prácticas, no son actividades, no es una ciencia, ni una disciplina, ni mucho menos una nueva moda, sino que es un proceso  inherente al desarrollo humano en toda su dimensionalidad psíquica, social, cultural y biológica. Por consiguiente, la lúdica está ligada a la cotidianidad, en especial, a la búsqueda del sentido de la vida y a la creatividad humana.

Es necesario resaltar que los procesos lúdicos, son una  serie de actitudes y de predisposiciones que atraviesan toda la corporalidad humana. Podríamos afirmar que son procesos mentales, biológicos, espirituales, que actúan como transversales fundamentales en el desarrollo humano. Por otra parte, estos procesos son productores de múltiples cascadas de moléculas de la emoción, que invaden toda nuestra corporalidad, produciendo una serie de afectaciones cuando interactuamos espontáneamente con el otro, en cualquier tipo de actividad cotidiana que implique actividades simbólicas e imaginarias como el juego, la chanza, el sentido del humor, la escritura, el arte, el descanso, la estética, el  baile, el amor, el afecto, las ensoñaciones, la palabrería. Inclusive, todos aquellos actos cotidianos como “mirar vitrinas”, “pararse en las esquinas”, “sentarse en una banca”, son también lúdicos. Es necesario aclarar al respecto que lo que tienen en común estas prácticas culturales, es que en la mayoría de los casos, actúan sin más recompensa que la gratitud  y la felicidad que producen dichos eventos.

Las experiencias culturales ligadas a la lúdica, a nivel biológico, son las que producen mayor secreción a nivel cerebral, de sustancias endógenas como las endorfinas. Estas moléculas mensajeras según la neurociencia, se encuentran estrechamente asociadas con el placer, el goce, la felicidad, la euforia, la creatividad, que son procesos fundamentales en la búsqueda del sentido de la vida por parte del ser humano.  

EXPLORANDO LOS INICIOS

Las experiencias creativas y lúdicas del ser humano se inician desde el ambiente intrauterino, específicamente cuando el “niño intrauterino” juega con el cordón umbilical, con sus manos, con el ritmo de su cuerpo, cuando patalea al unísono con la voz de la madre, y especialmente, cuando se ríe en forma espontánea dentro del vientre materno.

Las Ciencias  médicas en los últimos años  ofrecieron evidencias tan sorprendentes como las obtenidas a través del sistema 4D (Ecografías de alta resolución en tiempo real), en las cuales se observaron que a las once semanas el niño intrauterino podía patalear, saltar, caminar, bostezar, estirarse, y otra serie de actividades motrices que se encuentran en período de observación y de investigación. Posteriormente (5 semanas más),  su comportamiento neurolúdico se vuelve mucho más complejo, a medida que se va desarrollando el sistema nervioso (a la quinta semana ya posee los dos hemisferios), y el niño intrauterino comienza a tener una serie de comportamientos intelectivos y lúdicos como rascarse, llorar, tener hipo, succionar sus dedos (fase oral). Todos estos comportamientos biológicos y lúdicos demuestran que el niño intrauterino en esta fase primaria no necesita tener un sistema nervioso totalmente evolucionado (al quinto mes, este sistema se encuentra completamente desarrollado), para poder actuar como un ser cognitivo y cognoscitivo, y no como una tábula rasa como lo argumentan algunos psicólogos y psicoanalistas.

De esta forma natural se encuentra en capacidad de captar, almacenar, procesar, y memorizar información de su medio interno como los sonidos del corazón de la madre, los sonidos peristálticos, del flujo sanguíneo, de los pulmones y  del movimiento del líquido amniótico. También otros sonidos como los del medio externo son fundamentales para su desarrollo cognitivo, especialmente aquellos que tiene que ver con la voz de la madre cuando esta le habla o le susurra canciones de cuna. Lo cognitivo desde esta perspectiva se encuentra ligado a la vida celular y al intercambio de moléculas de la emoción, que inundan al ser humano desde las primeras fases embrionarias. De hecho, una simple célula como los linfocitos, se encuentra en capacidad de ser creativa según la Neurociencia.   

Para la Inmunología, los linfocitos tienen la capacidad de aprender muchas cosas ya que al almacenar información a nivel celular pueden elaborar programas y sintetizar citoquinas y hormonas que controlan el funcionamiento de otras células. De esta forma fascinante una simple célula tiene la capacidad de reconocer agentes patológicos externos (virus, bacterias, hongos, etc.), que entran al organismo (memorizan), tienen también la capacidad de enseñar a  las células vecinas esta fase, para poder iniciar en forma  creativa y cooperativa un proceso de control de la enfermedad. Básicamente los linfocitos, pueden percibir, memorizar, aprender, enseñar y crear; en pocas palabras actúa en forma inteligente como un pequeño cerebro circulante que viaja por el torrente sanguíneo, gracias a los fluidos producidos por las glándulas linfáticas.  Para Fritjof Capra: “El cerebro no es en absoluto la única estructura involucrada en el proceso de cognición. En el organismo humano, al igual que en el de todos los vertebrados, el sistema inmunológico, está siendo reconocido, cada vez más como una red tan compleja e interconectada como el sistema nervioso“(1999:288). De igual forma, para Francisco Varela es necesario comprender el sistema nervioso e inmunológico como dos sistemas cognitivos de carácter interactivo, es decir, como dos cerebros en constante diálogo. Recordemos que tanto para este autor como para Bateson, la cognición es un proceso ligado a la vida y no un procesamiento de información o manejo de símbolos a partir de reglas como muchas teorías lo plantean actualmente. Es así como la actividad mental es inmanente a la vida misma, lo que hace que todo ser vivo sea cognitivo.

También es necesario precisar que la creatividad y el mundo de las emociones humanas tienen una estrecha relación con el mundo de la lúdica y del juego. No obstante, cabe destacar que las emociones no solo son impulsos, sino que se encuentran diseñadas para reforzar químicamente la memoria a largo plazo. Desde este enfoque, el aprendizaje puede considerarse como un proceso cultural y bioquímico, en el que diminutas células cerebrales (neuronas), elaboran nuevas conexiones entre sí (sinapsis), alterando de esta forma al ser humano a nivel biológico y síquico.

Lo anterior se debe a que nuestros procesos mentales (pensamientos, emociones), se transforman en moléculas, es decir, todos los procesos cognitivos, inclusive, los psíquicos, se convierten en sustancias orgánicas que viajan por el sistema nervioso (neurotransmisores), por el sistema endocrino (neurohormonas) y por el sistema inmunológico (neuropéptidos). De esta manera se origina un proceso de autorregulación o de equilibrio homeostático, el cual, si es perturbado por una problemática de orden mental – psíquica o un proceso de estimulación de carácter negativo y reiterativo, se origina la enfermedad o el problema de aprendizaje.

EL PEQUEÑO CEREBRO

Al nacer el niño ya se encuentra equipado con cien mil millones de neuronas, las cuales no aumentan en la vida adulta, por el contrario, decrece su número. Sin embargo, en el momento del parto el cerebro del bebé pesa alrededor de 360 gramos, con respecto al del adulto (1400-1500 gramos), el crecimiento del volumen cerebral a los dos años es de 1011 gramos, es consecuencia, no del aumento del número de las neuronas, sino del gran incremento de interconexiones entre las dendritas de las neuronas, debido al desarrollo de los axones y de las ramificaciones eferentes y aferentes, y en fin, a todos aquellos procesos que permiten sinapsis( inclusive a la descomunal cifra de diez a la catorce), y procesos de asociaciones neuronales en los cuales cada neurona se puede comunicar con otras diez mil al mismo tiempo, es decir, toca y a su vez, es tocada por otras diez mil, demostrando conexiones que se pueden comparar a nivel cuantitativo con todos los átomos existentes en el universo. En síntesis, tenemos alrededor de un billón de billones de contactos neuronales con un simple pensamiento. He ahí la complejidad humana.  

Estos son algunos de los motivos por los cuales la Educación embriónica se debe fortalecer, tal como actualmente se hace en muchos países europeos.  A los dos años de edad, a diferencia del recién nacido, las neuronas parecen una gran maraña de pinos enredados y entrecruzados por la gran cantidad de interconexiones que existen, que permiten, entre muchas otras cosas, que pensamiento y lenguaje se unan y el niño comience a desarrollar los procesos culturales y racionales que exigen su contexto cotidiano. También en dicha edad es cuando se realiza el mayor aprendizaje sensorial motriz y de reconocimiento de personas. En otro sentido, para nadie es un secreto que un bebé abandonado o poco estimulado se desarrolla con mucha lentitud y no puede tener los diferentes operadores cognitivos para un buen aprendizaje en su vida infantil y adulta.
La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el sistema nervioso para poder incrementar el número de ramificaciones interneuronales y sinapsis, a partir de estímulos, percepciones, sensaciones, emociones que actúan sobre el córtex cerebral en donde existe la mayor cantidad de neuronas asociativas. Por otra parte, se podría comprender con facilidad la base fisiológica o estructural del aprendizaje desde el punto de vista de las Neurociencias o desde la Neuropedagogía y la lúdica (ver libros del autor).
El aprendizaje desde estas perspectivas se puede estimular a través de la administración repetitiva de impulsos nerviosos por medio de procesos pedagógicos conductuales como actualmente se hace en la Educación tradicional. También se puede fortalecer de una forma mucho más productiva y asertiva, a través de procesos lúdicos recreativos, donde la lúdica puede tener mucho más eficacia  a nivel metodológico que los modelos de instrucción existentes. El aprendizaje desde el punto de vista de las Neurociencias tiene que ver básicamente con el reforzamiento de la sinapsis como la base fundamental de la memoria tanto implícita como explícita. Por el contrario, para la Neuropedagogía el aprendizaje tiene que ver más con procesos de comprensión, que de asimilación de información. La comprensión desde esta perspectiva requiere de “relacionar” o de “asociar” a nivel mental información significativa y contextualizada.
No hay que olvidar los juegos que espontáneamente practicamos de niños, nuestra vida creativa, intelectiva, emocional,  afectiva, incluso, nuestras prácticas sexuales cotidianas están de alguna manera relacionadas con los ambientes intrauterinos. Los juegos como el columpio, los burros, los caballitos de madera, las mecedoras y todos aquellos que implican balanceo, de una u otra forma, lo que hacen es recrear y reproducir el movimiento natural  del embrión y del feto dentro del vientre materno. Vale la pena aclarar que muchos niños se sienten atraídos instintivamente por estos juegos. De igual manera, los adultos juegan de esta forma  dentro del agua, intentando recuperar su posición fetal, o cuando se dejan arrastrar por las olas del mar en un ritual lúdico - simbólico que reproduce de manera natural la expulsión del feto a través del útero. Estas maneras naturales de recrear los ambientes intrauterinos evidencian que la posición adquirida por el feto dentro del vientre materno es un mecanismo de regulación del mínimo de energía que necesita el sistema nervioso, para un adecuado balance homeostático de las moléculas de la emoción y de los neurotransmisores, así eliminan la ansiedad, el estrés y  la depresión.

LA PRIMERA ESCUELA

El vientre de nuestra madre es la primera escuela a la que asistimos Allí experimentamos nuestras primeras emociones: la ira, el dolor, la ansiedad, la alegría, que son los cimientos del pensamiento, de la conciencia, de la personalidad y de las inteligencias. Estos aprendizajes intrauterinos se registran en la memoria celular, en esta escuela biológica es donde el feto, a las diez semanas, ya tiene formada parte de su corteza cerebral, que es la que le permite actuar dentro del ambiente intrauterino con creatividad e inteligencia, para poder soportar los ambientes inhóspitos de un mal útero, o por el contrario, para poder desarrollar al máximo su creatividad e inteligencias   

Las últimas investigaciones de la Neurociencia demuestran que estos aprendizajes se producen en el cerebro humano como una serie de estallidos que proporcionan al cerebro una especie de atajos o ventanas de oportunidad, que registran diferentes saberes, conocimientos, habilidades, es decir, el aprendizaje no es una línea de desarrollo evolutivo (estadios), como lo afirmaba Piaget con sus teorías cognitivas, en las cuales separaba, inclusive, lo cognitivo de lo emocional.

Estos aprendizajes en forma de estadillos interactúan y se desencadenan a medida que se van activando diferentes regiones cerebrales que funcionan como módulos o asambleas neuronales, permitiendo, de esta forma, la adquisición de patrones de auto-organización (autopoiesis), que le facilitan al niño apropiarse de las estructuras básicas a nivel lingüístico. De esta manera, como ya lo habíamos precisado, el útero de la madre es una especie de cámara de resonancia, donde el sonido juega un papel demasiado importante, ya que se encarga de la evolución y del desarrollo del cerebro humano.  Un aspecto clave, es que la música natural del ambiente intrauterino es la que logra tallar (circunvoluciones), las estructuras lisas de los hemisferios cerebrales, para que el feto actúe en forma creativa dentro del vientre materno. En síntesis, podríamos afirmar que es la música y los susurros del lenguaje los procesos que transformaron el cerebro humano desde el vientre materno. En palabras de Rodolfo Llinás (2003) “El cerebro es un órgano musical que funciona con oscilaciones de aire”.  

CONCLUSIONES

Comprender todos estos procesos relacionados con el cerebro, la lúdica y la creatividad requieren de una visión más amplia a nivel educativo de lo planteado por nuestro escritor Gabriel García Márquez,  es decir, una Educación no desde la cuna  hasta la muerte, sino desde el vientre materno hasta la muerte, en el cual el cerebro del niño intrauterino debe considerarse como un órgano social que necesita del  juego y del abrazo para su desarrollo. De hecho, cualquier ciencia o disciplina se le puede enseñar a un niño, lo único por hacer es volverla juego. De esta forma simple y sin complicaciones el niño aprende con mucha felicidad y placer cualquier cosa que se le enseñe.   

Por consiguiente, es fundamental comprender todos los aspectos biológicos, psicológicos y sociales que vive el niño desde su ambiente intrauterino para poder desarrollar estrategias didácticas y lúdicas pertinentes, que permitan un desarrollo apropiado de la integralidad  humana. Enseñar a un niño pequeño es de por sí un arte y una ciencia, enseñar a una madre parturienta, y  a su padre,  a desarrollar ambientes lúdicos de aprendizaje que favorezcan el desarrollo moral, ético e intelectual de su bebé, es todavía mucho más complejo. De hecho, los padres, al igual que los maestros, podrán leer muchos libros sobre estas temáticas; pero, si no se logran comprender todos los entramados complejos de orden biológico, psíquico, neurológico, neuropedagógico y social que viven los niños en el ambiente intrauterino, en el contexto familiar y escolar,  es muy difícil solucionar la problemática de orden educativo, la violencia intrafamiliar, la violencia social, el consumo de drogas, el suicidio y muchos problemas de origen  mental que viven nuestros países en vía de desarrollo.  Finalmente vale la pena señalar los últimos datos registrados por la organización mundial de la salud, la cual plantea  la existencia de 450 millones de personas con problemáticas mentales en el mundo, de las cuales, 125 millones presentan depresión. En Colombia, el 30% de sus pobladores ha tenido que recurrir al uso de fármacos para este tipo de enfermedades. Es prioritario enfrentar estos nuevos problemas de la modernidad desde el contexto educativo, a través del uso de estrategias y herramientas lúdico – creativas.